MADRID, 13 Dic. (EUROPA PRESS) -
Frotarse los ojos es uno de los actos reflejos que adquieren muchas personas y que repiten de manera inconsciente multitud de veces a lo largo de la vida. Se trata de una costumbre que a priori, puede no parecer grave, pero implica ciertos riesgos para la salud visual.
Por norma general, frotarse los ojos proporciona alivio ante ciertas molestias. Una de las más comunes puede ser la falta de lubricación natural dando lugar a una sensación de ojo seco y que en algunos casos puede resultar muy incómoda. También las molestias que surgen por el uso excesivo de pantallas o la sensación de picor que aparecen con las distintas alergias.
El problema es que, cuando nos frotamos los ojos, lo hacemos con las manos, los dedos o incluso los nudillos convirtiéndose en una vía de transmisión de posibles agentes infecciosos además de poder dañar la córnea y dar lugar a la aparición de lesiones en la superficie de esta.
Según explica el doctor Fernando Llovet, oftalmólogo y cofundador de Clínica Baviera, nuestros ojos pueden sufrir distintos problemas a los que hay que prestar especial atención.
En primer lugar, los derrames oculares. Romper alguno de los capilares que riegan el tejido es una de las consecuencias más comunes cuando nos llevamos las manos a los ojos y frotamos. Esto, provoca un enrojecimiento de la esclera (la parte blanca del ojo) y, además, puede llegar a producir un derrame ocular que aparecerá como una mancha roja en el ojo.
También se pueden producir lesiones en la superficie del ojo. Aunque toquemos nuestros ojos suavemente y con delicadeza, en la superficie de estos puede ocultarse algún cuerpo extraño como arena, polvo o incluso una pestaña propia. Al ejercer presión se corre el riesgo de raspar la superficie del propio ojo y nuestra córnea, o nuestro ojo a nivel general, puede verse dañado.
Las infecciones como la conjuntivitis y la queratitis son uno de los principales problemas que aparecen al frotarse los ojos. Sin darnos cuenta, llevamos a la superficie del ojo, párpado y a la piel de alrededor, los gérmenes que tenemos en las manos. Estos, al tener una protección inferior a otras zonas del cuerpo, pueden infectarse fácilmente y derivar en problemas tan comunes como la conjuntivitis.
Otro de los problemas es lo que puede llegar a sufrir la piel de los párpados y de las zonas cercanas al ojo. Es muy fina y sensible a este tipo de presiones y puede favorecer la aparición de arrugas alrededor de los ojos (arrugas perioculares).
En los casos más graves, cuando se produce un frotamiento excesivo de los ojos, la presión que se ejerce sobre ellos también puede derivar en lo que se conoce como queratonono, una deformación de la superficie ocular, y en concreto, de la córnea. Es importante poner remedio cuanto antes ya que esta enfermedad puede derivar en otros problemas de visión importantes.
Para evitar estos riesgos, el doctor Llovet recomienda implementar en el día a día ciertas rutinas como lavarse las manos de manera regular, parpadear abundantemente o en caso de tener una mayor molestia, hacer uso de lágrimas artificiales para favorecer una correcta lubricación y humectación del ojo.