MADRID, 11 Dic. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio realizado por investigadores de 'University College of London' y la 'London School of Economics', en Reino Unido, concluye que los niños más pobres son casi tres veces más propensos a ser obesos, como se revela en un artículo sobre este trabajo publicado en 'European Journal of Public Health'.
OBESIDAD EN NIÑOS SIN RECURSOS
Los autores de esta investigación utilizaron datos del Estudio de Cohorte del Milenio (MCS, por sus siglas en inglés), que sigue a cerca de 20.000 familias de todo Reino Unido. Este estudio utilizó mediciones hechas cuando los niños tenían 5 años y otra vez a los 11 años.
EL VÍNCULO ENTRE LA POBREZA RELATIVA Y LA OBESIDAD INFANTIL FUE IMPORTANTE
El vínculo entre la pobreza relativa y la obesidad infantil fue importante. A los 5 años, los niños pobres eran casi dos veces más propensos a ser obesos en comparación con sus compañeros más pudientes y el 6,6 por ciento de los menores de familias en el quintil más pobre de la muestra era obeso, frente al 3,5 por ciento del quintil más rico de la muestra.
A la edad de 11 años, la brecha se amplió, casi triplicándose: hasta el 7,9 por ciento del quintil más pobre son obesos, mientras que en el lado opuesto, la tasa es del 2,9 por ciento, según los resultados de este estudio. Para saber por qué sucede esta diferencia, los investigadores examinaron muchos aspectos de comportamientos ambientales y de salud de un niño.
FACTORES AMBIENTALES SOBRE LA OBESIDAD
Los factores ambientales analizados eran aspectos como si la madre fumó durante el embarazo, cuánto tiempo fueron amamantados y si se introdujeron los alimentos sólidos en el niño antes de los cuatro meses. También se tuvieron en cuenta cuestiones como si la propia madre tenía algún grado de obesidad o sobrepeso.
La autora principal, la profesora Yvonne Kelly, explica: "La intervención en los primeros años, cuando el entorno familiar puede influir de manera más profunda en el desarrollo saludable de los niños, tiene el potencial de ser particularmente eficaz".
Para evaluar el impacto del comportamiento físico, el estudio comparó la frecuencia con la que se realizaba deporte o ejercicio, el juego activo con un padre, horas dedicadas a ver la televisión o jugar en un equipo, los viajes en bicicleta y la hora a la que los niños se iban a la cama. También se analizaron los hábitos alimenticios como por ejemplo si el niño se saltaba el desayuno, así como el consumo de frutas y bebidas dulces.
La profesora Kelly hace especial hincapié en que se tienen que abordar las causas estructurales de las desigualdades socioeconómicas junto con la lucha contra la obesidad 'heredada' a través del estilo de vida que tienden a ir con ingresos más bajos. "La intervención temprana con los padres tiene claramente un enorme potencial. Y la evidencia de nuestro trabajo sugiere que esto debe comenzar antes del nacimiento o incluso la concepción", afirma.
El trabajo encontró que hacer deporte más de tres veces a la semana juega un papel importante, igual que acostarse más temprano y consumo regularmente frutas que estaban ambos positivamente asociados con un descenso en las categorías de peso.
Sin embargo, el tabaquismo materno durante el embarazo y el índice de masa corporal (IMC) de la madre se asocia negativamente con una reducción en las categorías de peso. En general, el estudio encontró que los marcadores de la forma de vida 'poco saludable' aquí podría significar tanto como un riesgo adicional del 20 por ciento de obesidad para un niño.