Por qué los niños más inteligentes podrían vivir más: el secreto genético que ha sido desvelado

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Publicado: martes, 21 octubre 2025 8:14

    MADRID, 21 Oct. (EUROPA PRESS) -

   Existe una correlación genética significativa entre la función cognitiva infantil y la longevidad según investigadores de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido). El estudio proporciona la primera evidencia genética molecular de que la inteligencia medida en la juventud comparte factores genéticos con la longevidad. Publicado en la revista revisada por pares 'Genomic Psychiatry', este trabajo representa un avance crucial para comprender por qué los niños más inteligentes tienden a vivir más.

   El descubrimiento aborda un viejo enigma en la epidemiología cognitiva: si bien los estudios han demostrado sistemáticamente que los niños que obtienen mejores resultados en las pruebas de inteligencia tienden a vivir más, los mecanismos biológicos subyacentes siguen siendo esquivos.

   En este contexto, el equipo de investigación analizó datos de estudios de asociación genómicos de 12.441 individuos para la función cognitiva infantil y de 389.166 individuos para la longevidad parental. Estos conjuntos de datos masivos les permitieron calcular la primera correlación genética entre la inteligencia medida específicamente en la infancia y la longevidad, evitando así los posibles efectos de confusión que pueden producirse cuando la función cognitiva se mide en la edad adulta.

ELIMINA LAS PREOCUPACIONES SOBRE LA CAUSALIDAD INVERSA

   El doctor W. David Hill y el profesor Ian Deary de la Universidad de Edimburgo descubrieron que la correlación genética entre la función cognitiva infantil y la longevidad parental era de 0,35, lo que indica una etiología genética compartida sustancial. La heredabilidad basada en SNP fue del 27,3% para la función cognitiva infantil y del 28,9% para la longevidad parental, lo que confirma que ambos rasgos tienen fuertes componentes genéticos.

   Lo que hace que este hallazgo sea particularmente convincente es que elimina las preocupaciones sobre la causalidad inversa. Al medir la función cognitiva en adultos, la mala salud podría influir tanto en el rendimiento cognitivo como en la longevidad. Al centrarse en la función cognitiva infantil, los investigadores pudieron examinar la relación genética pura entre la inteligencia temprana y la longevidad.

   Investigaciones epidemiológicas previas han establecido sólidas asociaciones fenotípicas entre la función cognitiva infantil y el riesgo de mortalidad. Una revisión sistemática de 16 estudios con más de un millón de participantes reveló que por cada aumento de una desviación estándar en las puntuaciones de las pruebas cognitivas infantiles, se observó una reducción del 24% en el riesgo de muerte durante los períodos de seguimiento de 17 a 69 años.

   Esta relación persistió en diferentes países, como el Reino Unido, Dinamarca, Israel y Suecia, y no se explicó completamente por la posición socioeconómica en la infancia ni por el nivel educativo alcanzado en la edad adulta. Los hallazgos genéticos actuales proporcionan evidencia molecular que respalda estas observaciones epidemiológicas, lo que sugiere que una biología compartida subyace al menos en parte a la conexión entre cognición y longevidad.

LA CORRELACIÓN GENÉTICA IDENTIFICADA EN ESTE ESTUDIO ES CONSISTENTE

   La investigación empleó la regresión de puntuación de desequilibrio de ligamiento, un sofisticado método estadístico que examina los patrones de variación genética a lo largo del genoma. Este enfoque reveló efectos mínimos de estratificación poblacional, con intersecciones de LDSC cercanas a 1 para ambos rasgos, lo que garantiza la fiabilidad de la estimación de la correlación genética.

   La correlación genética identificada en este estudio es consistente con múltiples modelos biológicos. Una posibilidad es la pleiotropía horizontal, donde las variantes genéticas afectan de forma independiente tanto la función cognitiva como la longevidad. Esto respaldaría la hipótesis de la "integridad del sistema", que sugiere que los factores genéticos producen cuerpos y cerebros mejor preparados para resistir los desafíos ambientales a lo largo de la vida.

   Alternativamente, la pleiotropía vertical podría explicar la relación, donde la función cognitiva infantil influye causalmente en la longevidad a través de vías intermedias. Una mayor inteligencia infantil puede conducir a mejores resultados educativos, estilos de vida más saludables y posiciones socioeconómicas más favorables, todo lo cual contribuye a una vida más larga.

   Aún quedan interrogantes sobre qué regiones genéticas específicas impulsan esta correlación y qué sistemas biológicos median dicha relación. Investigaciones futuras podrían explorar si determinadas regiones cromosómicas muestran correlaciones más sólidas, lo que podría identificar dianas terapéuticas. Además, examinar cómo varía esta relación genética en diferentes poblaciones podría revelar información importante sobre las interacciones entre genes y ambiente.

   El estudio también plantea interrogantes intrigantes sobre las perspectivas evolutivas de la inteligencia y la longevidad. Por ejemplo, por qué la selección natural favorecería variantes genéticas que mejoran tanto las capacidades cognitivas como la longevidad. Comprender estas dinámicas evolutivas podría proporcionar una comprensión más profunda del desarrollo y el envejecimiento humanos.

   Estos hallazgos tienen importantes implicaciones para la medicina personalizada y las intervenciones de salud pública. Comprender la arquitectura genética compartida entre la función cognitiva y la longevidad podría fundamentar estrategias para un envejecimiento saludable y la preservación cognitiva. Si bien los factores genéticos no se pueden modificar directamente, la identificación temprana de individuos en riesgo podría permitir intervenciones específicas para optimizar las trayectorias de salud.

LOS BENEFICIOS PUEDEN EXTENDERSE MUCHO MÁS ALLÁ DEL RENDIMIENTO ACADÉMICO

   La investigación también enfatiza la importancia de apoyar el desarrollo cognitivo en la infancia, ya que los beneficios pueden extenderse mucho más allá del rendimiento académico e influir en la salud y la longevidad a lo largo de la vida. Las políticas educativas y las intervenciones en la primera infancia que mejoran el desarrollo cognitivo podrían tener beneficios para la salud pública más amplios de lo que se reconocía anteriormente.

   Cabe citar que el estudio utilizó datos genéticos a gran escala de cohortes bien caracterizadas, lo que proporcionó una sólida capacidad estadística para detectar correlaciones genéticas. Al centrarse específicamente en la función cognitiva infantil, los investigadores evitaron la confusión derivada de afecciones de salud relacionadas con la edad que podrían influir tanto en la cognición como en el riesgo de mortalidad en poblaciones de mayor edad.

   El equipo de investigación reconoce que las correlaciones genéticas representan efectos promedio en todo el genoma y no identifican mecanismos causales específicos. Investigaciones futuras que utilicen métodos como la aleatorización mendeliana podrían ayudar a desentrañar las relaciones causales entre la función cognitiva y la longevidad.

   De esta forma, esta investigación, revisada por pares, representa un avance significativo en la epidemiología cognitiva, ofreciendo nuevos conocimientos sobre la base biológica de las asociaciones entre inteligencia y longevidad mediante una rigurosa investigación experimental. Los hallazgos desafían los paradigmas existentes sobre la independencia de los procesos cognitivos y de envejecimiento. Mediante el empleo de enfoques innovadores de genética estadística, el equipo de investigación ha generado datos que no solo impulsan el conocimiento fundamental, sino que también sugieren aplicaciones prácticas en medicina preventiva y salud pública.

La reproducibilidad y validación de estos hallazgos mediante el proceso de revisión por pares garantiza su fiabilidad y los posiciona como base para futuras investigaciones. Así, este trabajo ejemplifica cómo la investigación de vanguardia puede acortar la brecha entre la ciencia básica y las aplicaciones translacionales, lo que podría tener un impacto en profesionales de la salud, educadores y legisladores en los próximos años.

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