MADRID, 18 Feb. (EUROPA PRESS) -
Los niños que viven en hogares con todos los suelos de vinilo o productos químicos retardantes de llama en el sofá tienen concentraciones significativamente más altas de compuestos orgánicos semivolátiles (SVOC, por sus siglas en inglés) potencialmente dañinos en su sangre u orina en comparación con los niños de hogares donde no hay estos materiales, según un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, Estados UNidos.
Los investigadores presentan sus hallazgos este domingo en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés) que se celebra en Washington, D.C., Estados Unidos. Estos expertos descubrieron que los niños que viven en hogares donde el sofá en la sala de estar principal contenía materiales ignífugos con éter difenílico polibromado (PBDE) en su espuma presentaban una concentración seis veces mayor de PBDE en su suero sanguíneo.
La exposición a los PBDE se ha relacionado en pruebas de laboratorio con retrasos en el desarrollo neurológico, obesidad, trastornos endocrinos y de la tiroides, cáncer y otras enfermedades. Se encontró que los niños que vivían en hogares con suelos de vinilo en todas las áreas presentaban concentraciones del metabolito bencil butil ftalato en su orina que eran 15 veces más altas que las de los niños que no vivían en casas con suelos de vinilo. El bencil butil ftalato se ha relacionado con trastornos respiratorios, irritaciones de la piel, múltiples mielomas y trastornos reproductivos.
EXPOSICIÓN HUMANA GENERALIZADA
"Los SVOC son ampliamente utilizados en electrónica, muebles y materiales de construcción y pueden detectarse en casi todos los ambientes interiores", apunta la directora de la investigación, Heather Stapleton, química ambiental de la Escuela de Medio Ambiente Nicholas de Duke. "La exposición humana a ellos es generalizada, especialmente para los niños pequeños que pasan la mayor parte del tiempo en el interior y tienen una mayor exposición a los químicos que se encuentran en el polvo doméstico", añade.
"No obstante, ha habido poca investigación sobre la contribución relativa de productos y materiales específicos a la exposición general de los niños a los SVOC", anota. Para abordar esa brecha, en 2014 Stapleton y sus colegas de Duke, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y la Universidad de Boston, en Estados Unidos, comenzaron un estudio de tres años sobre las exposiciones en el hogar a SVOC entre 203 niños de 190 familias.
"Nuestro objetivo principal era investigar los vínculos entre productos específicos y las exposiciones de los niños, y determinar cómo se produjo la exposición, bien a través de la respiración, el contacto con la piel o la inhalación involuntaria de polvo", afirma Stapleton.
Con ese fin, el equipo analizó muestras de aire en interiores, polvo en interiores y espuma recogida de los muebles en cada uno de los hogares de los niños, junto con una muestra de toallitas, orina y sangre de cada niño. "Cuantificamos 44 biomarcadores de exposición a ftalatos, ésteres organofosforados, retardantes de llama bromados, parabenos, fenoles, agentes antibacterianos y sustancias perfluoroalquílicas y polifluoroalquílicas (PFAS)", detalla Stapleton.
Stapleton presenta los hallazgos de su equipo en AAAS como parte de la sesión científica "Hogares en el Centro de Exposición a Químicos: unión de químicos, ingenieros y científicos de la Salud". Dirigió el estudio con Kate Hoffman, profesora asistente de investigación en Ciencias y Políticas Ambientales; asistente de investigación Emina Hodzic; y las estudiantes de doctorado Jessica Levasseur, Stephanie Hammel y Allison Phillips, todas de Duke.