MADRID, 3 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un recién nacido con un progenitor con alergia tiene hasta un 40 por ciento de probabilidad de desarrollar un problema relacionado. Si sus dos progenitores son alérgicos, la probabilidad asciende hasta el 60 por ciento, según el doctor Luis Blesa Baviera, pediatra en el Centro de Salud Valencia Serrería II y presidente de la Sociedad Valenciana de Pediatría.
Se calcula que el 20-40 por ciento de la población mundial convive con algún tipo de alergia mientras que, para 2020, se espera que el 50 por ciento de los bebés nacidos en Europa desarrollará a lo largo de su vida una alergia, según datos del Centro Europeo de la Fundación para la Investigación de las Alergias (ECARF).
"La prevalencia de enfermedades alérgicas en la infancia crece año tras año y se piensa que continuará haciéndolo exponencialmente en las próximas décadas", indica el doctor. Aunque los expertos todavía no son capaces de definir las causas exactas de esta evolución, apunta que, por ejemplo, la exposición a un número más elevado de alérgenos ambientales, tanto en los alimentos como en el aire, las modificaciones en la alimentación y el ritmo acelerado de vida pueden contribuir a esta situación.
Además, explica que existe un componente genético, ya que los antecedentes familiares aumentan las probabilidades de desarrollar una alergia. Por último, asegura que el exceso de higiene, que supone un retraso en la exposición de los pequeños a ciertos gérmenes, puede dificultar también el fortalecimiento de su sistema inmunitario y, en definitiva, aumentar el riesgo de alergia.
"Más allá de sus síntomas, la alergia puede ser indicio de que el sistema inmunitario no está equilibrado. Por eso, entrenar el sistema inmunitario a través del fortalecimiento de la microbiota en el intestino, donde reside entre el 70 y el 80 por ciento de nuestras células inmunitarias, puede ayudar a reducir el riesgo de alergia", avanza el especialista.
En este sentido, comenta que, según diversos estudios, una microbiota intestinal saludable en la primera infancia "favorece el desarrollo del sistema inmune y, consecuentemente, ayuda a disminuir el riesgo de enfermedades no transmisibles como la alergia, a corto, medio y largo plazo".