MADRID, 1 Feb. (EUROPA PRESS) -
Las estaciones de esquí son uno de los destinos turísticos favoritos en los meses de invierno pero la precaución en la nieve es esencial. Te proponemos unos sencillos consejos para disfrutar de este deporte si decides comenzar a practicarlo.
Para quienes se aventuren por primera vez en el esquí, lo fundamental es informarse sobre el estado de la estación. En la página web de la Asociación Turística de Estaciones de Esquí y de Montaña (ATUDEM) se puede encontrar el parte diario de nieve de todas las estaciones asociadas. Una vez en la estación, desde los servicios de información indican las pistas más adecuadas para quienes comienzan a practicar este deporte, cómo llegar hasta ellas y quién puede encargarse de su entrenamiento.
El equipo necesario puede alquilarse en la misma estación pero hay otras recomendaciones esenciales que, aunque de sentido común, pueden ser motivo de atención médica.
Viajar seguro en montaña: si se elige ir en coche hasta las pistas, es indispensable además de conocer la meteorología y el estado de las carreteras, revisar el estado de los neumáticos y no olvidar las cadenas. Desde el blog de el grupo Aramon (Montañas de Aragón) aconsejan ensayar unos días antes cómo se colocan las cadenas, sin llegar a probarlas en seco, llevar guantes adecuados para colocarlas y una manta sobre la que apoyar las rodillas.
Estar bien alimentado e hidratado: salir a las pistas después de haber desayunado bien es clave ya que el esquí es un deporte que requiere un estado físico óptimo dada la actividad física que supone y las condiciones de tiempo a las que se ve sometido el organismo. Las lipotimias se encuentran entre las incidencias médicas más comunes en pista, recuerdan desde la oficina de información de la estación de esquí de Sierra Nevada (Granada).
Realizar un calentamiento previo: para evitar posibles lesiones lo mejor es preparar los músculos para el ejercicio con los habituales ejercicios de calentamiento. Las lesiones más comunes son, en este orden, la contusión, la distensión y la fractura. Las zonas que más suelen lesionarse son la rodilla, en el caso del esquí alpino, y la muñeca, en el snowboard.
Cuidar la piel: Cada 1.000 metros de altura aumenta un 15 por ciento el efecto dañino de los rayos del sol, a eso se añade que la nieve refleja el 80 por ciento de los rayos ultravioleta. Las consecuencias de no utilizar cremas de protección solar o utilizar un factor bajo van desde el envejecimiento de la piel hasta el aumento del riesgo de cáncer. Se recomiendan factores de protección superiores a los utilizados para ir a la playa, superiores a 30, nunca por debajo de 15, y la crema debe aplicarse cada dos horas.
Proteger los ojos: la piel no es la única parte del cuerpo que se resiente ante el sol y su reflejo en la nieve. Los ojos deben protegerse con gafas que puedan evitar que la extrema luminosidad dañe la retina y que sean una barrera ante los rayos UVA y UVB.
Atención a los labios: son especialmente vulnerables en invierno y deben ser cubiertos con un protector labial de filtro elevado. Aquellas personas que suelan padecer herpes labiales deben de tener especial cuidado ya que la sequedad excesiva en los labios es uno de sus factores desencadenantes y los rayos solares pueden reactivarlos si se ha padecido el trastorno en días anteriores.
Manos sanas: además de los guantes, es fundamental el uso de cremas hidratantes. El contacto con el frío extremo de la nieve, el viento o el contacto de los guantes pueden causar sequedad e irritación en la piel de las manos.