MADRID, 3 May. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Murcia (UMU) han demostrado que las anomalías de tipo respiratorio que presentan las mujeres con menopausia pueden asociarse con alteraciones del sueño y los ritmos circadianos que hacen que duerman peor.
En su trabajo, cuyos resultados publica la revista 'Menopause', incluyeron a 177 mujeres (127 premenopáusicas, de unos 40 años; y 50 posmenopáusicas o recién entradas en ella) y analizaron diferentes factores como su dieta, horarios de sueño y comida o los ritmos diarios de cortisol en saliva (marcador de salud circadiana asociado con el estrés).
Además, utilizaron unos dispositivos colocados en la muñeca con los que medían sus cambios de temperatura y sus ritmos de actividad y reposo durante 8 días consecutivos, con el fin de evitar el nerviosismo que genera desplazarse al centro médico.
Según vieron, las mujeres posmenopáusicas se duermen temprano y se despiertan precozmente, por lo que "muestran un adelantamiento de fase aproximadamente de una hora en los ritmos de actividad y reposo y en los hábitos de sueño y alimentación frente a las premenopáusicas”, ha explicado Marta Garaulet, investigadora principal del trabajo.
Además, ha añadido José Antonio Ros, del Servicio de Neumología del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, también vieron que las mujeres después de tener la menopausia presentan con más frecuencia el síndrome de apnea-hipopnea del sueño (SAHS), un problema que conlleva un mayor riesgo cardiovascular: cardiopatía isquémica, hipertensión arterial y los ictus.
En cuanto a los resultados obtenidos sobre el patrón de cortisol del día, la catedrática defiende que las mujeres posmenopáusicas manifiestan un aplanamiento en el ritmo diario del cortisol semejante al que se produce en situaciones de estrés crónico y que se asocian con mayor obesidad en el abdomen y aumento de la presión arterial, y están relacionadas también con trastornos del sueño y cambios en la salud circadiana.
El estudio revela además que la disminución de la calidad del sueño con la menopausia se asocia a una menor temperatura de la piel durante las horas en las que el sueño debería ser más profundo. “Las mujeres posmenopáusicas tienen menos capacidad de disipar el calor a través la vasodilatación de la sangre periférica”, según Garaulet.
IMPLICACIONES DE LA TEMPERATURA CORPORAL
Las pequeñas diferencias de temperatura pueden tener un impacto relevante en la calidad del sueño de las mujeres estudiadas. De esta manera, “incluso cambios mínimos en la temperatura de la piel podrían ser suficientes para perturbar el sueño", según ha reconocido esta experta, de modo que "una adecuada vasodilatación en el pie ha demostrado que se asocia con el aumento de la secreción de melatonina y facilita el comienzo del sueño".
La investigadora de la UMU recomienda a aquellas mujeres que tengan la menopausia utilizar ropa liviana para mejorar la eficiencia del sueño; evitar las mantas pesadas aislantes y la exposición intensa a la luz durante la noche; reducir el estrés y las preocupaciones antes de acostarse; evitar la realización de actividad física durante las dos o tres horas previas a la hora habitual del sueño; cenar al menos dos horas y media antes de ir a dormir y siestas cortas de no más de 20 minutos.
Estudios anteriores a este habían demostrado ya que aproximadamente el 46-48 por ciento de las mujeres entre 44 y 64 años de edad indican alteraciones del sueño. “La razón de esta relación es todavía desconocida, pero puede estar asociada con valores disminuidos de estrógenos o progesterona”, concluye Garaulet.