MADRID, 22 Jun. (EUROPA PRESS) -
En los últimos 30 años, las medidas de control del cáncer han llevado al aumento de la esperanza de vida en las poblaciones ricas, pero estos avances aún no se han visto en las poblaciones más pobres, según concluye un estudio publicado en 'The BMJ'. Sus autores reclaman una acción mundial urgente para reducir la brecha en las muertes por cáncer, mediante el desarrollo y la aplicación de medidas eficaces, asequibles, factibles y sostenibles de lucha contra el cáncer, en los países en transición socioeconómica y sanitaria.
Las tasas de mortalidad por cáncer y enfermedad cardiovascular (ECV) están disminuyendo en la mayoría de los países altamente desarrollados, debido en gran parte a programas de prevención efectiva, detección temprana y tratamiento; pero las tasas de mortalidad por cáncer siguen aumentando o, en el mejor de los casos, se estabilizan en los países con menos recursos.
Por ello, un equipo internacional de investigadores, dirigido por el doctor Bochen Cao de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), se propuso medir el impacto del cáncer en comparación con la ECV en la esperanza de vida entre las edades de 40-84 años o el número esperado de años vividos entre 40 y 84 años de edad, en todo el mundo desde 1981 a 2010.
Sus conclusiones se basan en datos de mortalidad de los sistemas nacionales de registro civil de 52 poblaciones de los estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para todos los cánceres combinados, así como las cinco muertes por cáncer más comunes: pulmón, colorrectal, estómago, próstata y mama femenina. Se agruparon las poblaciones en dos niveles en función del Índice de Desarrollo Humano (IDH), un indicador social que mide el bienestar nacional en términos de riqueza, salud y educación. Se tuvieron en cuenta otras causas de muerte.
Estos investigadores detectaron que la disminución de las tasas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares fue responsable de más de la mitad de los aumentos de la esperanza de vida en las edades de 40 a 84 años entre 1981 y 2010, con ganancias de 1,7 años en mujeres y 2,3 años en hombres en poblaciones de IDH muy altas.
La contribución del cáncer fue mucho menor (hasta un quinto de los aumentos de la esperanza de vida en las edades de 40 a 84 años) y varió en función del nivel de desarrollo de la población, con ganancias de 0,5 años en mujeres y 0,8 años en hombres en poblaciones con IDH muy alto y 0,2 años (ambos sexos) en poblaciones de con IDH medio y alto.
PÉRDIDA DE ESPERANZA DE VIDA POR CÁNCER DE MAMA EN PAÍSES EN DESARROLLO
La disminución de las tasas de mortalidad por cáncer de pulmón, vinculada a mejores medidas de control del tabaco, produjo la mayor ganancia de esperanza de vida entre los 40 y los 84 años en los hombres con poblaciones con IDH muy alto (hasta 0,7 años en Países Bajos), mientras que en las poblaciones con IDH medio y alto su contribución fue menor pero aún positiva. Por el contrario, el aumento de las tasas de mortalidad por cáncer de pulmón redujo la esperanza de vida en las edades de 40-84 en las mujeres en muchas poblaciones con IDH muy alto (hasta 0,3 años en Países Bajos).
Entre las mujeres, la disminución de las tasas de mortalidad por cáncer de mama fue en gran medida responsable de la mejora de la longevidad, particularmente entre las poblaciones con IDH muy elevado (hasta 0,3 años en Reino Unido), debido principalmente a intervenciones como detección temprana, mejor diagnóstico y mejor acceso a un tratamiento eficaz. Por el contrario, se observaron pérdidas en la esperanza de vida en las edades de 40-84 años en muchas poblaciones de IDH medio y alto como resultado del aumento de las tasas de mortalidad por cáncer de mama.
Los autores apuntan a algunas limitaciones del estudio que pueden haber introducido sesgo, como inconsistencias en el registro de la causa de la muerte y la falta de datos de las poblaciones de IDH medio y bajo. Sin embargo, creen que sus hallazgos son de gran relevancia para las poblaciones de los países de ingresos bajos y medianos, por lo que se necesitan recursos adicionales para desarrollar e implementar medidas efectivas, asequibles, factibles y sostenibles de control del cáncer en países en desarrollo socioeconómico y en transición en el ámbito sanitario.