MADRID, 17 Nov. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad McMaster, en Ontario (Canadá), han descubierto que los primeros molares permanentes de una persona llevan un registro de toda la vida de información médica que se remonta al útero, almacenando información vital que puede conectar la salud materna con la salud de un niño, incluso cientos de años después.
La dentina, el material que hay del esmalte que constituye la mayor parte de un diente, se forma en capas microscópicas que se comparan con los anillos de un árbol. La formación adecuada de esas capas depende de la vitamina D. Las líneas oscuras se desarrollan en períodos en los que el cuerpo se ve privado de este nutriente fundamental, generalmente debido a la falta de luz solar.
Los investigadores, dirigidos por la antropóloga Megan Brickley, habían establecido previamente que tales defectos microscópicos permanecen en su lugar y pueden leerse más tarde, de la misma manera que el tronco de un árbol puede mostrar años de crecimiento bueno y pobre. Debido a que los dientes no se descomponen tan rápido como la carne y el hueso, pueden retener dicha información durante cientos de años después de la muerte.
En combinación con otros datos, dice Brickley, los patrones en la dentina pueden crear bancos de conocimiento sobre las condiciones pasadas, incluidos los impactos en la salud de vivir en entornos con poca luz. "Es un fósil viviente de tu vida, que comienza en el útero --explica--. Posiblemente, sería posible extirpar el molar de cualquiera y comparar su salud con la evidencia en el diente".
Los primeros colonos en Canadá, por ejemplo, que a menudo iban envueltos de pies a cabeza, incluso en verano, condiciones comúnmente desarrolladas como el raquitismo, o murieron prematuramente por otras condiciones relacionadas con el acceso deficiente a la vitamina D.
Ahora, el mismo equipo de investigadores ha establecido el valor de dichos registros, que comienzan durante la formación original de los dientes en la etapa fetal, para reflejar la salud de la madre durante el embarazo. Todos los dientes primarios o "bebés" del cuerpo, que comienzan a formarse en el útero, se pierden en la infancia.
Los primeros molares permanentes, que emergen alrededor de los 6 años, también comienzan a formarse en el útero y permanecen en la boca durante toda la vida adulta, donde retienen un registro de la ingesta de vitamina D desde el embarazo de la madre.
Ese registro proporciona un vínculo intergeneracional crítico que puede ofrecer pistas valiosas que conectan la salud materna con el destino final de un niño. "Hemos podido establecer evidencia realmente clara de que hay parte del primer molar permanente que registra lo que sucedió en la vida de la madre --destaca Brickley--. Esta es una herramienta que las personas pueden usar. Se puede usar en investigaciones de salud actuales y en investigaciones bioarqueológicas".
Los investigadores examinaron muestras de dientes modernas y arqueológicas, incluidos los dientes de dos esqueletos del Quebec del siglo XIX, uno de una niña de tres años que había sobrevivido al raquitismo cuando era un niño y otro de un hombre joven. El molar no descendido de la niña mostró que su madre había sufrido una deficiencia de vitamina D durante el embarazo, una posible pista de la muerte prematura de la niña. El molar del joven también mostró que su madre había sufrido deficiencia de vitamina D, lo que aumenta la posibilidad de una conexión entre la salud de su madre y su muerte prematura.
En ese momento, explicó Brickley, las prácticas sociales y las condiciones climáticas significaron que las mujeres embarazadas en particular habrían tenido muy poca exposición al sol, antes de que quedara claro cuán necesaria es la luz solar o las fuentes sustitutivas de vitamina D para una buena salud.