MADRID 12 Jul. (EUROPA PRESS) -
Los mismos cuatro factores que explican cómo las personas cambian sus creencias en una serie de temas pueden explicar el reciente aumento de las actitudes anticientíficas, sugiere una nueva revisión. Pero la política en la sociedad moderna ha amplificado el funcionamiento de esos factores, convirtiéndolos en una potente fuerza en el creciente rechazo a la ciencia.
En un estudio publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', tres investigadores que estudian las actitudes y la persuasión explican el aumento de las creencias anticientíficas en la actualidad y lo que se puede hacer al respecto.
"Los trabajos clásicos sobre persuasión siguen aplicándose a lo que estamos viendo hoy en día, ya que muchas personas rechazan la ciencia de las vacunas, el cambio climático y otros temas --explica Aviva Philipp-Muller, profesora adjunta en la Universidad Simon Fraser, en Canadá, y autora principal del artículo--. Pero hay estrategias basadas en la evidencia que pueden funcionar para aumentar la aceptación pública de la ciencia".
Según los autores, las creencias anticientíficas se basan en cuatro fundamentos o bases: pensar que las fuentes científicas carecen de credibilidad; identificarse con grupos que tienen actitudes anticientíficas; un mensaje científico que contradice las creencias actuales de la persona, y una falta de correspondencia entre la forma en que se presenta un mensaje y el estilo de pensamiento de la persona.
"Lo que tienen en común estas cuatro bases es que revelan lo que ocurre cuando la información científica entra en conflicto con lo que la gente ya piensa o con su estilo de pensamiento --explica el coautor Richard Petty, profesor de psicología de la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos)--. Este tipo de conflictos son difíciles de manejar para la gente, y eso hace que les resulte más fácil rechazar la información científica que no encaja con lo que ya creen".
Aunque estos fundamentos pueden explicar por qué la gente rechaza la ciencia, en las últimas décadas se ha producido un notable aumento de las actitudes anticientíficas, según los autores.
Petty señala que le llamó especialmente la atención el repentino crecimiento de los defensores de la antivacunación en Estados Unidos y en otros países.
"Las vacunas solían ser algo estándar que todo el mundo aceptaba. Pero en los últimos años se han producido algunos acontecimientos que han facilitado la persuasión de la gente en contra del consenso científico sobre las vacunas y otras cuestiones", comenta.
Uno de ellos es el aumento de los medios de comunicación social y una variedad de fuentes de noticias donde la gente puede obtener su propia versión de los hechos pero los autores señalan otro hecho relacionado: la creciente importancia de la ideología política en el mundo moderno.
"La política siempre ha estado presente, y la gente tenía opiniones políticas, pero la política no lo impregnaba todo. La ciencia y las creencias científicas estaban separadas de la política en una época, pero ya no", recuerda Petty.
Y como la política es hoy una parte fundamental de la identidad de las personas, la ideología afecta a la forma en que reaccionan ante las pruebas científicas que se han politizado, como el cambio climático.
"Algunas personas pueden rechazar la nueva información científica porque es más fácil hacerlo que revocar sus creencias políticas preexistentes", añade Philipp-Muller, que considera que la política puede desencadenar o amplificar procesos mentales básicos en las cuatro bases de las actitudes anticientíficas.
Por ejemplo, la credibilidad de las fuentes. Las investigaciones demuestran que la gente ve a otros con opiniones políticas similares como más expertos y conocedores. Como los liberales y los conservadores consideran creíbles diferentes fuentes de noticias, se exponen a diferentes fuentes de información científica, y de desinformación.
"Las plataformas de redes sociales como Facebook ofrecen noticias personalizadas, lo que significa que los conservadores y los liberales pueden obtener información muy variada", explica Philipp-Muller.
La investigación sobre actitudes y persuasión muestra cómo abordar algunos de los principios clave que impulsan las actitudes anticientíficas, según los autores.
Una forma de contrarrestar las actitudes anticientíficas, por ejemplo, es transmitir mensajes que muestren una comprensión de otros puntos de vista.
"Los mensajes a favor de la ciencia pueden reconocer que hay preocupaciones válidas en el otro bando, pero explicar por qué es preferible la posición científica", subraya.
Por ejemplo, los mensajes sobre la prevención de la propagación del COVID-19 pueden reconocer que el uso de mascarillas puede ser incómodo, pero explicar que la incomodidad vale la pena para prevenir la propagación de la enfermedad.
Otra clave es encontrar un terreno común con las personas que rechazan la ciencia, incluso si lo que se tiene en común no tiene nada que ver con la ciencia. "La gente sube sus defensas si cree que se le está atacando o que eres tan diferente a ellos que no puedes ser creíble --recuerda Petty--. Encuentren algunos puntos en los que estén de acuerdo y trabajen a partir de ahí".
Ahora esperan que más científicos aprendan sobre la psicología de cómo comunicar su trabajo al público. "A menudo no basta con presentar un mensaje sencillo y preciso --advierte Petty--. La investigación psicológica puede ayudar a los científicos a aprender a presentar su trabajo a distintos tipos de público, incluidos los que pueden ser escépticos".
Y Philipp-Muller añade que "hay una oportunidad de contrarrestar las actitudes y el sentimiento anticientífico que hay. Tenemos que utilizar estrategias basadas en la evidencia para aumentar la aceptación pública de la ciencia", sugiere.