MADRID, 31 Ene. (EUROPA PRESS) -
Nuestros cerebros parecen reducir la percepción sensorial de un área de nuestra piel cuando la tocamos nosotros mismos, según un nuevo estudio de la Universidad de Linkping, en Suecia. El hallazgo, publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', aumenta nuestra comprensión de cómo el cerebro distingue entre ser tocado por otra persona y el contacto personal.
No nos preguntamos acerca de nuestro concepto de "yo" todo el tiempo, pero la capacidad de distinguir entre el yo y los demás es extremadamente importante. Durante el primer periodo de la vida, los niños recién nacidos desarrollan una comprensión de dónde termina su propio cuerpo principalmente al ser tocados por quienes los cuidan.
Los problemas con el auto-concepto, como la capacidad de reconocer las propias acciones, son comunes en varios trastornos psiquiátricos. La mayoría de las personas no pueden hacerse cosquillas, pero algunos pacientes con esquizofrenia pueden hacerlo, lo que sugiere que su cerebro interpreta las percepciones sensoriales de su propio cuerpo de manera diferente.
REDUCCIÓN DE LA ACTIVIDAD CEREBRAL AL TOCARNOS NOSOTROS MISMOS
Los científicos de la Universidad de Linkping en Suecia han examinado lo que sucede en varias partes del sistema nervioso cuando una persona es tocada por otra persona, y lo ha comparado con el contacto personal correspondiente. Han demostrado que el cerebro reduce el procesamiento de la percepción sensorial cuando se trata del contacto personal.
La piel contiene receptores sensoriales que reaccionan al tacto, la presión, el calor y el frío. La información sobre el tacto se transmite de estos a la médula espinal y al cerebro, donde se procesa la percepción en varios pasos en diferentes regiones del cerebro. Los científicos que participaron en el nuevo estudio llevaron a cabo varios experimentos en los cuales voluntarios sanos estaban tumbados en una cámara de resonancia magnética, que registraba imágenes de la actividad cerebral (IRMf, por sus siglas en inglés).
Se pidió a los participantes que se acariciaran el brazo lentamente con su propia mano, o se les dijo que un investigador les acariciaría el brazo de manera similar. Los científicos investigaron cómo estos tipos de contacto estaban vinculados a la actividad en diferentes partes del cerebro.
"Vimos una diferencia muy clara entre ser tocado por otra persona y el contacto personal. En este último caso, la actividad en varias partes del cerebro se redujo. Podemos ver evidencia de que esta diferencia surge tan pronto como en la médula espinal, antes de que se procesen las percepciones en el cerebro", dice la autora principal Rebecca Bhme, investigadora postdoctoral en el Departamento de Medicina Clínica y Experimental y el Centro de Neurociencia Social y Afectiva, CSAN, en la Universidad de Linkping.
Los resultados son compatibles con una teoría en la investigación del cerebro que sugiere que el cerebro intenta predecir las consecuencias sensoriales de todo lo que hacemos. Esto significa que no otorga tanta importancia a las percepciones sensoriales causadas por nuestros propios cuerpos, ya que se espera la información de estos.
En uno de los experimentos, el brazo del participante fue tocado con filamentos de diferente grosor, al mismo tiempo que se acariciaba el brazo simultáneamente por el participante o por otra persona. Los autores demostraron que la capacidad de experimentar percepciones sensoriales simultáneas se amortiguó cuando los participantes se acariciaron los brazos. Quizás este fenómeno pueda explicar por qué, por ejemplo, nos frotamos el brazo cuando lo golpeamos contra una mesa.
"Nuestros resultados sugieren que existe una diferencia tan pronto como en la médula espinal en el procesamiento de las percepciones sensoriales del contacto físico y las del tacto por parte de otra persona. Esto es extremadamente interesante. En el caso del sistema visual, la investigación ha demostrado que ese procesamiento de las impresiones visuales se produce tan pronto como en la retina, y sería interesante observar con más detalle cómo el cerebro modula el procesamiento de las percepciones táctiles a nivel de la médula espinal", afirma Rebecca Bhme.