MADRID, 26 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de investigación dirigido por un científico de la Universidad de California ha descubierto que el olfato, o el olor, pueden desempeñar un papel importante en la motivación de los mamíferos para que realicen ejercicio voluntario.
Realizado en ratones de laboratorio, el estudio, publicado en la revista 'PLOS ONE', puede abrir nuevas áreas de investigación y tener relevancia para los humanos.
"El ejercicio, que es esencial para la salud física y mental, puede ayudar a prevenir la obesidad y otras enfermedades y trastornos relacionados con la inactividad en los humanos --señala Sachiko Haga-Yamanaka, profesora asistente de biología molecular, celular y de sistemas en UC Riverside y autor principal del estudio--. A algunas personas les gusta hacer más ejercicio que a otras, pero no se comprende bien por qué es así".
Para determinar las contribuciones genéticas a los rasgos voluntarios relacionados con el ejercicio, Haga-Yamanaka y su equipo sometieron a los ratones a correr voluntariamente con ruedas, o VWR, un comportamiento ampliamente estudiado en el que los roedores corren espontáneamente cuando se les da acceso a ruedas.
Su colaborador y coautor Theodore Garland Jr., profesor de evolución, ecología y biología de organismos en la UCR, estableció líneas de ratones independientes, evolucionadas artificialmente mediante la reproducción selectiva de ratones que muestran una alta actividad VWR.
Los ratones normales, los que no fueron modificados genéticamente de ninguna manera, constituían los controles. Para su sorpresa, los investigadores encontraron que los ratones de alto nivel desarrollaron diferencias genéticas en su sistema olfativo que les hicieron percibir los olores de manera diferente a los controles.
"El sistema olfativo se diferenciaba genéticamente entre las líneas de alto nivel y las de control durante el proceso de reproducción selectiva con varios receptores quimiosensoriales en grupos de genes de receptores específicos que se expresan de manera diferencial entre los corredores de alto nivel y los controles --explica Haga-Yamanaka--. Nuestros resultados sugieren que estos receptores quimiosensoriales son ubicaciones de rasgos importantes para el control del ejercicio voluntario en ratones".
Las implicaciones de los hallazgos para los humanos son difíciles de pasar por alto. En los centros de fitness, gimnasios y deportes de equipo, las personas reciben muchos estímulos olfativos del entorno y de otras personas cercanas.
"No es inconcebible que algún día podamos aislar los productos químicos y usarlos como ambientadores en los gimnasios para que la gente esté aún más motivada para hacer ejercicio --aventura Garland--. En otras palabras: rociar, oler y ponerse en cuclillas".
Los investigadores se centraron en el órgano vomeronasal, el órgano olfativo accesorio en anfibios, escamatos y la mayoría de los mamíferos, incluidos los roedores. El órgano vomeronasal detecta feromonas, sustancias químicas que los animales producen y liberan al medio ambiente, que desencadenan cambios de comportamiento y fisiológicos en quienes reciben las moléculas.
Las señales detectadas por las neuronas receptoras sensoriales vomeronasales se procesan luego en la amígdala y el hipotálamo del cerebro, lo que induce respuestas conductuales y cambios endocrinológicos.
"Tomados en conjunto, nuestros resultados muestran que los receptores vomeronasales son lugares característicos de la conducta de ejercicio voluntario en ratones --señala Haga-Yamanaka--. Las líneas de alto corredor y de control proporcionan un modelo sólido para determinar la contribución de la genética a los rasgos relacionados con el ejercicio voluntario".
Ahora los investigadores planean realizar experimentos para aislar determinadas sustancias químicas producidas por los ratones, tal vez de su orina, y determinar si estos productos químicos aumentan la motivación para hacer ejercicio y cómo lo hacen.