MADRID 29 Jul. (EUROPA PRESS) -
Cada año un millón y medio de personas en el África subsahariana son víctimas de un envenenamiento provocado por una mordedura de serpiente, lo que supone un problema de salud pública para el continente, algo que está "descuidado por las autoridades sanitarias", según recoge una investigación realizada por L'Institut de recherche pour le développement (IRD) de Francia. Hasta 7.000 personas podrían morir al año por esta causa.
"Este nuevo estudio ofrece a las autoridades cifras más precisas y más fiables, permitiéndoles reajustar su dispositivo de cuidados lo más cerca posible de las necesidades", aseguran desde el instituto.
Tras analizar un centenar de estudios e informes médicos publicados estos últimos cuarenta años, se ha visto que sólo un 10 por ciento de las víctimas son tratadas debido a la falta de antivenenos y a un personal médico poco sensibilizado a estas prácticas. Sin embargo, las complicaciones clínicas pueden ser muy graves, o "incluso fatales".
Como ha constatado un investigador del IRD, más de 300.000 personas al sur del Sáhara son curadas cada año como consecuencia de una mordedura. Sin embargo, la dificultad de acceso a los centros de salud y el recurso frecuente a la medicina tradicional, hacen que numerosos casos no se conozcan, por lo que esta cifra no refleja la totalidad de los envenenamientos.
Los especialistas consideran que ese número sólo simboliza entre una tercera y quinta parte de la realidad. Según este nuevo estudio, habría hasta un millón y medio de víctimas al año y las muertes provocadas por mordeduras alcanzarían el número de 7.000 y las amputaciones de los miembros pueden alcanzar las 14.000 anuales.
En cuanto a las condiciones que propician estos accidentes, según el estudio, un 95 por ciento de las mordeduras ocurren en el medio rural, muy especialmente en las plantaciones. Así, las personas que corren más riesgo son los trabajadores agrícolas. Por su parte, las ciudades tampoco están libres de ello, aunque la incidencia sea alrededor entre diez y veinte veces menor que en el medio rural.
PROBLEMAS EN EL TRATAMIENTO
El único tratamiento eficaz es la inyección del antiveneno por vía venosa inmediatamente después de la mordedura, con el fin de neutralizar la sustancia tóxica. Sin embargo, en la actualidad, la disponibilidad de estos productos es reducida porque su precio es elevado y su corta duración, de tres a cinco años de vida, desalenta los suministros. En dichas condiciones, "es difícil definir los presupuestos y asignar fondos para la gestión de los envenenamientos y para la instalación de los equipos necesarios para la sensibilización del personal médico", explican los investigadores.
Además, con la ausencia de formación del personal médico sobre el empleo de los antivenenos, estos tratamientos pueden dar resultados decepcionantes, disuadiendo su reutilización más adelante. De esta manera, estas reacciones en cadena reducen los pedidos y los fabricantes dudan sobre su producción porque no están seguros de poder venderlos. Con todo ello se reduce la accesibilidad a estos tratamientos, tanto es así que el número de dosis vendidas ha pasado de cerca de 200.000 antes del 2000 a menos de 20.000 en los últimos años.
Según la investigación del IRD, se necesitarían 500.000 dosis cada año. "Las autoridades sanitarias de estos países pueden basarse en estos datos para mejorar la calidad de los cuidados prestados a las víctimas y desplegar un dispositivo de censo y vigilancia".