MADRID 8 Mar. (EUROPA PRESS) -
A pesar de que cerca de medio millón de españoles padece glaucoma, la mitad lo desconoce, señalan desde la Clínica Baviera, a la vez que subrayan la importancia que cobra el diagnóstico precoz y el tratamiento inmediato a la hora de controlar la enfermedad. El próximo lunes, 12 de marzo, se celebra el 'Día Mundial del Glaucoma'.
"En la gran mayoría de los casos, el glaucoma es asintomático hasta fases avanzadas", advierte la directora de la Unidad de Glaucoma de Clínica Baviera, la doctora Gema Rebolleda, quien considera "fundamental" que las personas con perfiles de riesgo, "como los pacientes con antecedentes familiares, diabéticos, personas con miopía elevada y los mayores de 50 años se sometan a revisiones oftalmológicas periódicas".
"Teniendo en cuenta que el daño que produce el glaucoma es irreversible, cuanto antes se realice el diagnóstico y se establezca el tratamiento oportuno, mejores serán los resultados. Aunque no existe cura, sí podemos frenar su progresión, ralentizando el deterioro progresivo del nervio óptico y la pérdida de campo visual mediante la reducción y el control de la presión intraocular", precisa esta experta.
En este sentido, Clínica Baviera organiza en sus 46 centros de toda España una 'Jornada de Puertas Abiertas' el próximo lunes con mediciones gratuitas de tensión intraocular.
Por otro lado, el centro ha colaborado con la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares en la edición y publicación de una 'Guía de Consejos para familiares de afectados por esta dolencia'. El texto pretende orientar a estas personas, al informar sobre la sintomatología, los tratamientos y las cuestiones administrativas.
Asimismo, el texto, elaborado por afectados que han pasado por cada uno de los estadios de la enfermedad y sus consecuencias, analiza el desarrollo y el tratamiento en la infancia y madurez.
Tras la diabetes, el glaucoma está considerado como la segunda causa de ceguera evitable y afecta a más de 60 millones de personas en todo el mundo. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por el daño en el nervio óptico secundario provocado, en un alto porcentaje, por el aumento de la presión intraocular. El deterioro progresivo de las fibras del nervio suele conducir a la pérdida del campo visual y, en los casos más graves, a la ceguera.