MADRID, 29 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los sistemas de transporte público representan medios, microbiomas y metagenomas urbanos "únicos", puesto que cada día lo utilizan millones de personas en su rutina para ir a trabajar. Por el momento, la relación entre su uso y el riesgo de padecer algunas enfermedades, como los problemas gastrointestinales y las infecciones respiratorias, no puede establecerse con claridad aunque es evidente que muchas veces pueden ser producto del contacto.
Sin embargo, todo apunta a que hay pocos agentes patógenos entre los microbios presentes en el metro y, los que hay, no parecen ser muy agresivos.
Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por investigadores de la Escuela T.H. Chan de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Boston, Massachusetts, Estados Unidos, revela que los microbios recogidos en las superficies que las personas tocan y sobre las que, a veces, también estornudan en el metro tenían un bajo número de agentes patógenos preocupantes o con genes de resistencia a antibióticos.
"De hecho, estos ambientes tienen perfiles de virulencia drásticamente más bajos que los que se observan en un intestino humano típico", explica el autor principal Curtis Huttenhower, profesor asociado de Biología Computacional y Bioinformática. "Nuestros resultados establecen una línea de base contra la que se pueden utilizar las desviaciones como un sistema de alerta temprana para monitorear la salud pública", añade.
Los billones de microbios que se transfieren de las personas a las superficies podría proporcionar un sistema de alerta temprana para la aparición de amenazas para la salud pública como un brote de gripe o un aumento de la resistencia a los antibióticos. Por ello, los autores de este trabajo tomaron muestras del sistema de metro de Boston para averiguar qué tipo de microbios se están pasando las personas en toda la ciudad y cómo pueden ayudar a preservar o alterar nuestra salud.
El estudio, cuyos detalles se revelan en un estudio que se publica este martes en la edición digital de 'mSystems', la revista de la Sociedad Americana de Microbiología, es -según sus autores-- la primera encuesta microbiana de alta precisión en un entorno de transporte masivo que analiza múltiples tipos de superficie y materiales.
MICROBIOS ORALES Y DE LA PIEL, LOS MÁS PRESENTES
Con el apoyo de la Autoridad de Tránsito de la Bahía de Massachusetts, los científicos recogieron muestras de secreciones en asientos, respaldos de asientos, paredes, postes verticales y horizontales y sistemas de agarre de manos dentro los vagones de los trenes de tres líneas de metro, así como pantallas táctiles y paredes de las máquinas de venta de entradas interiores y exteriores en cinco estaciones de metro. Se recogieron datos detallados del medio ambiente en el que se tomó cada muestra y las muestras fueron estudiadas usando secuenciación metagenómica.
Los investigadores encontraron que el tipo de superficie --y cómo los seres humanos interactúan con ella-- fue el mayor determinante de la estructura de la comunidad microbiana. Se encontraron microbios asociados con la piel y orales --que se transfieren tocando, tosiendo y estornudando-- en superficies como postes y empuñaduras.
No se detectaron microbios vaginales, que pueden ser transferidas a través de la ropa, en los asientos. Mayores cantidades de microbios no humanos, como los observados en las plantas, se identificaron en las pantallas táctiles de venta de entradas al aire libre, además de observarse poca variación entre líneas y estaciones de tren geográficamente distintas que emplean diferentes grupos demográficos.
"Nuestros próximos pasos son saber qué microbios están vivos o muertos y cuáles pueden ser transferidos entre la gente", adelanta la primera autora Tiffany Hsu, asistente de investigación en el Departamento de Bioestadística de la Escuela de Salud Pública de Harvard, cuyo trabajo fue financiado con una beca de la Fundación Alfred P. Sloan.