MADRID, 18 Jun. (EUROPA PRESS) -
Como todos, las personas con diabetes tipo 2 y obesidad sufren de depresión y ansiedad. Ahora, investigadores del Centro de Diabetes Joslin, en Boston, Massachussets, Estados Unidos, han demostrado una sorprendente contribución potencial a estos sentimientos negativos: las bacterias en el intestino o el microbioma intestinal, como se lo conoce.
Al estudiar roedores que se vuelven obesos cuando llevan a cabo una dieta alta en grasas, los científicos de Joslin descubrieron que los ratones con una dieta alta en grasa mostraban significativamente más signos de ansiedad, depresión y comportamiento obsesivo que los animales con dietas estándar. "Pero todos estos comportamientos se revierten o mejoran cuando se administran antibióticos que cambian el microbioma intestinal con la dieta alta en grasas", dice C. Ronald Kahn, codirector de la Sección de Fisiología Integrativa y Metabolismo en Joslin y profesor de Medicina en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, Estados Unidos.
"Como endocrinólogos, a menudo escuchamos a las personas decir que se sienten diferente cuando han comido distintos alimentos", señala Kahn, autor principal de un artículo sobre la investigación publicado en 'Molecular Psychiatry'. "Lo que dice este estudio es que muchas cosas en tu dieta pueden afectar a la forma en que funciona tu cerebro, pero una de esas cosas es la forma en que la dieta cambia las bacterias o los microbios intestinales. Tu dieta no siempre hace que tu azúcar en la sangre aumente o disminuya, también está cambiando una gran cantidad de señales procedentes de los microbios intestinales y estas señales llegan hasta el cerebro".
Su laboratorio ha estudiado durante mucho tiempo a ratones que son propensos a desarrollar obesidad, diabetes y enfermedades metabólicas relacionadas cuando se les da dietas altas en grasas. A principios de este año, el equipo demostró que al menos parte de este desarrollo se debe a un cambio en las bacterias del microbioma intestinal. La enfermedad se revirtió en ratones que recibieron antibióticos en su agua potable, lo que alteró el microbioma.
En el estudio más reciente, los científicos de Joslin dieron estudiaron a ratones con una dieta alta en grasas mediante cuatro pruebas clásicas de comportamiento en animales de laboratorio, que a menudo se emplean para chequeos para fármacos para la ansiedad y la depresión. En cada caso, los ratones con una dieta alta en grasas mostraron mayores signos de ansiedad y depresión que los ratones con una dieta regular; pero cuando los ratones recibieron antibióticos con la dieta alta en grasas, sus comportamientos volvieron a la normalidad.
ÁREAS CEREBRALES RESISTENTES A LA INSULINA
Una de las formas en que los investigadores demostraron que esto era un efecto del microbioma fue mediante la transferencia de bacterias intestinales de estos roedores experimentales a ratones libres de gérmenes, que no tenían ninguna bacteria propia. Los animales que recibieron bacterias de ratones con una dieta alta en grasas mostraron un aumento en los niveles de actividad asociados con la ansiedad y el comportamiento obsesivo.
Sin embargo, aquellos que recibieron microbios de ratones con una dieta alta en grasas más antibióticos no lo hicieron, a pesar de que no recibieron los antibióticos por sí mismos. "Esto demuestra que estos comportamientos son impulsados ??en cierta medida por el microbioma intestinal", dice Kahn. Pero, ¿qué hacían exactamente los microbios? Joslin buscó pistas en dos áreas del cerebro, el hipotálamo (que ayuda a controlar el metabolismo de todo el cuerpo) y el núcleo accumbens (que es importante en el estado de ánimo y el comportamiento).
"Demostramos que, al igual que otros tejidos del cuerpo, estas áreas del cerebro se vuelven resistentes a la insulina en ratones con dietas altas en grasas --dice Kahn--. Y esta respuesta a la grasa alta se revierte en parte, y en algunos casos casi por completo, al poner a los animales bajo regímenes de antibióticos. De nuevo, la respuesta es transferible cuando se implanta el microbioma intestinal de ratones con una dieta alta en grasa a animales libres de gérmenes. Por lo tanto, la resistencia a la insulina en el cerebro está mediada, al menos en parte, por factores procedentes del microbioma".
El equipo de Joslin pasó a vincular las alteraciones del microbioma con la producción de ciertos neurotransmisores, los químicos que transfieren señales a través del cerebro. Kahn y sus colegas ahora trabajan para identificar poblaciones específicas de bacterias involucradas en estos procesos y las moléculas que producen las bacterias. El objetivo final es encontrar medicamentos o suplementos que puedan ayudar a lograr perfiles metabólicos más saludables en el cerebro.
"Los antibióticos son herramientas contundentes que cambian muchas bacterias de manera muy dramática --afirma Kahn--. En el futuro, queremos obtener una comprensión más sofisticada sobre qué bacteria contribuyen a la resistencia a la insulina en el cerebro y en otros tejidos. Si pudiéramos modificar esas bacterias, ya sea incorporando bacterias más beneficiosas o reduciendo la cantidad de bacterias dañinas, eso podría ser una forma de ver un comportamiento mejorado".
En general, este estudio destaca cómo la investigación básica que se basa en la experiencia de múltiples campos puede llevar a direcciones inesperadas, enfatiza Kahn. "Entender un área de la biología, como la diabetes y el metabolismo, a menudo puede dar nuevas y diferentes perspectivas en otro campo, como los trastornos psiquiátricos y del comportamiento --dice--. Incluso, aunque no sea lo que comienzas a buscar".