MADRID 9 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un equipo de investigadores del área de Enfermedades Hepáticas y Digestivas del CIBER (CIBEREHD) en el IIBB-CSIC-IDIBAPS ha descubierto que la acumulación de colesterol en el hígado y una mayor expresión de los genes reguladores SREBF2 y HMGCR permiten predecir complicaciones tempranas, pérdida del injerto e incluso mortalidad, tras un trasplante hepático.
El estudio, publicado en la revista 'Journal of Lipid Research', ha mostrado que el análisis de estos indicadores podría ayudar a discriminar qué hígados grasos son adecuados para trasplante, lo que ampliaría el uso de órganos actualmente descartados.
"Estos descubrimientos tienen el potencial de ser revolucionarios en la práctica clínica del trasplante hepático y podrían traducirse en una expansión del uso de injertos con hígado graso marginal, garantizando un resultado seguro para el receptor", han subrayado los coordinadores del trabajo, Carmen García Ruiz y José C. Fernández-Checa.
Asimismo, han destacado que estos hallazgos aportan "nuevos conocimientos" sobre el papel del colesterol en el trasplante hepático humano, pues identifican factores que podrían permitir la selección de hígados grasos como injertos seguros para el procedimiento.
Este trabajo se ha encargado de analizar biopsias de injertos hepáticos de 174 pacientes antes y después del trasplante, relacionando los perfiles lipídicos y la expresión de genes metabólicos con la evolución clínica y la supervivencia durante el primer año.
Los análisis muestran que los niveles de colesterol se mantienen estables antes y después del trasplante, a diferencia de lo que ocurre con otros lípidos como los triglicéridos o los ácidos grasos. Unos valores elevados previos a la cirugía se asocian a un mayor riesgo de complicaciones tempranas del injerto.
Además, una mayor expresión de los genes SREBF2 y HMGCR en las biopsias previas se vincula con mayor mortalidad y riesgo de pérdida del órgano, siendo SREBF2 especialmente determinante.
El trasplante hepático es el tratamiento definitivo para las enfermedades hepáticas crónicas terminales como el hígado graso, que es la causa más frecuente de daño hepático a nivel mundial, afectando al 25 por ciento de la población y hasta el 80 por ciento de las personas con obesidad, lo que hace "aún más urgente" la necesidad de identificar factores que garanticen la viabilidad del trasplante.