MADRID 25 Ene. (EUROPA PRESS) -
Los investigadores han estudiado la capacidad de las personas para recordar dónde y cuándo habían visto un objeto, es decir la memoria espacial y temporal, y han comprobado que ambas formas de memoria eran enormes, según publican en la revista 'Current Biology'.
Investigaciones anteriores han demostrado que, si a las personas se les muestra un gran número de objetos, son muy buenas recordando posteriormente qué objetos han visto. Ahora el nuevo estudio sugiere que las personas también son sorprendentemente buenas a la hora de saber dónde y cuándo vieron esos objetos.
Cuando se les mostraban objetos en una cuadrícula de 7 por 7, muchos observadores podían recordar la ubicación de más de 100 elementos, eligiendo la ubicación correcta o una celda justo al lado de la correcta.
La serie de estos tres experimentos realizados por investigadores del Brigham and Women's Hospital, miembro fundador del sistema sanitario Mass General Brigham, en Estados Unidos, ilustran que las personas tienen una "memoria masiva espacial" (SMM) para saber dónde se encuentran los objetos y una "memoria masiva temporal" (TMM) para saber cuándo se vieron por última vez.
"La gente a menudo piensa que su memoria es terrible, pero nuestros resultados muestran que podemos recordar dónde y cuándo apareció un objeto con una precisión buena, si no perfecta, para un gran número de objetos", asegura el autor correspondiente Jeremy Wolfe, del Departamento de Cirugía del Brigham.
Y añade que, "aunque nuestra memoria espacial y temporal para los objetos puede no ser tan impresionante como la de algunos pájaros o ardillas, que tienen que recordar dónde escondieron su comida para el invierno, nuestros datos muestran que sí tenemos memoria masiva para los objetos".
Para realizar su estudio, Wolfe y sus colegas pidieron a los participantes que recordaran una serie de objetos colocados en una cuadrícula de 7 por 7. Cada objeto se destacaba durante dos segundos colocando un cuadrado rojo a su alrededor. Después de mostrar los objetos a los participantes, se retiraban todas las imágenes y se evaluaba su capacidad para recordar si habían visto un objeto antes y, en caso afirmativo, dónde estaba situado en la cuadrícula.
"En cierto modo, esto se parece al juego de la memoria al que muchos de nosotros jugábamos de niños, en el que dábamos la vuelta a una carta y luego intentábamos recordar la ubicación de una carta igual que habíamos visto antes --explica Wolfe--. Pero a diferencia del juego de los niños, no nos limitamos a contar la respuesta 'correcta' exacta. Medimos cuánto se acercaba el participante a la imagen vista anteriormente".
En total, los observadores vieron 300 objetos diferentes. Muchos observadores pudieron localizar más de 100 objetos con una precisión de más/menos una celda respecto a la ubicación real del objeto. En un experimento posterior, se mostraron a los participantes objetos de uno en uno y se les pidió que hicieran clic en una línea de tiempo, presente en la pantalla, para indicar cuándo habían visto el objeto.
Los investigadores informaron de que los participantes localizaron el 60-80% de los objetos antiguos con una precisión de +/-10% de la hora correcta, notablemente mejor que el 40% que podrían haber obtenido adivinando.
Los autores señalan que serían necesarios más experimentos para definir los límites superiores de la memoria masiva o investigar otros temas, como los posibles efectos del género en la memoria.
Wolfe explica que algunas cosas se deslizan en nuestra memoria a largo plazo con mucha más facilidad que otras: entender qué podemos recordar con más facilidad, como imágenes de objetos y escenas, podría ayudarnos a sacar el máximo partido de nuestra memoria.
"Desde la antigüedad, la gente ha utilizado trucos de memoria relacionados con nuestra capacidad de recordar imágenes y escenas para codificar grandes cantidades de información y almacenarla en la mente. En ese sentido, no es terriblemente sorprendente que, utilizando nuestros métodos, descubramos que somos bastante buenos recordando dónde están los objetos --afirma Wolfe--. Nuestros experimentos demuestran que existen memorias masivas espaciales y temporales. Futuras investigaciones definirán sus límites", concluye.