MADRID, 30 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los altos niveles de músculo magro podrían proteger contra la enfermedad de Alzheimer, según sugiere un amplio estudio publicado en la revista de acceso abierto 'BMJ Medicine'. Sin embargo, según sus autores, es necesario seguir investigando para desentrañar las vías biológicas subyacentes, así como las implicaciones clínicas y de salud pública.
La obesidad se ha asociado a un mayor riesgo de Alzheimer en numerosos estudios, posiblemente por el aumento de la inflamación, la resistencia a la insulina y los niveles más altos en el tejido adiposo de una proteína perjudicial para la salud cerebral, la beta-amiloide.
Los niveles más bajos de músculo magro también se han asociado a un mayor riesgo de padecer la enfermedad, pero no está claro si esto puede preceder o suceder al diagnóstico.
Para tratar de averiguarlo, los investigadores utilizaron la aleatorización mendeliana, una técnica que utiliza variantes genéticas como sustitutos de un factor de riesgo concreto (en este caso, el músculo magro) para obtener pruebas genéticas que respalden un resultado concreto (en este estudio, el riesgo de enfermedad de Alzheimer).
Se basaron en 450.243 participantes del Biobanco del Reino Unido; una muestra independiente de 21.982 personas con Alzheimer y 41.944 sin la enfermedad; otra muestra de 7.329 personas con Alzheimer y 252.879 sin la enfermedad para validar los resultados; y 269.867 personas que participaron en un estudio sobre genes e inteligencia.
La bioimpedancia --una corriente eléctrica que fluye a diferentes velocidades por el cuerpo en función de su composición-- se utilizó para estimar el tejido magro muscular y graso de brazos y piernas, cuyos resultados se ajustaron en función de la edad, el sexo y la ascendencia genética.
Unas 584 variantes genéticas se asociaron con la masa muscular magra; ninguna se localizaba en la región del gen APOE que se asocia con la vulnerabilidad a la enfermedad de Alzheimer. Estas variantes genéticas combinadas explicaban el 10% de la diferencia de masa muscular magra en los brazos y las piernas de los participantes en el estudio.
Por término medio, una mayor masa muscular magra (genéticamente aproximada) se asoció a una reducción modesta, pero estadísticamente sólida, del riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer.
Este hallazgo se repitió en una muestra adicional de 7.329 personas con enfermedad de Alzheimer y 252.879 personas sin la enfermedad, utilizando diferentes medidas de masa muscular magra: tronco y cuerpo entero.
La masa magra también se asoció a un mejor rendimiento en tareas cognitivas, pero esta asociación no explicó el efecto protector de la masa magra sobre el riesgo de enfermedad de Alzheimer.
La grasa corporal, ajustada en función de la masa magra, tampoco se asoció al riesgo de enfermedad de Alzheimer, pero sí a un peor rendimiento en las tareas cognitivas.
"Estos análisis aportan nuevas pruebas de una relación causa-efecto entre la masa magra y el riesgo de Alzheimer", afirman los investigadores.
Los resultados también "refutan un gran efecto de la masa grasa en el riesgo de enfermedad de Alzheimer y destacan la importancia de distinguir entre masa magra y masa grasa al investigar el efecto de las medidas de adiposidad en los resultados de salud", añaden.
Pero advierten que estos hallazgos "deben ser replicados con líneas independientes de pruebas complementarias antes de informar a la salud pública o a la práctica clínica. Además, es necesario seguir trabajando para determinar los valores de corte para la edad y el grado de patología de la enfermedad de Alzheimer a partir de los cuales las modificaciones de la masa magra podrían dejar de reducir el riesgo", añaden.
Tampoco está claro si el aumento de la masa magra podría revertir la patología de la enfermedad de Alzheimer en pacientes con enfermedad preclínica o deterioro cognitivo leve.
Pero concluyen que si futuros estudios respaldan sus hallazgos, "los esfuerzos de salud pública para modificar la distribución poblacional de la masa magra, potencialmente a través de campañas para promover el ejercicio y la actividad física, podrían reducir la carga poblacional de la enfermedad de Alzheimer".