A más contaminación, más casos de ictus

Polución, contaminación en Pekín (China)
REUTERS
Actualizado: jueves, 18 febrero 2016 18:37

   MADRID, 18 Feb. (EUROPA PRESS) -

   Un nuevo estudio revela que niveles de contaminación más altos se vinculan a un mayor número total de ictus. Los autores de este trabajo, que se presenta en la Conferencia Internacional del Ictus 2016 organizada por la Asociación Americana del Ictus, dicen que sus hallazgos reafirman la creciente evidencia de que el cambio climático y la calidad general del aire contribuyen a la enfermedad cardiovascular.

   La investigación es una de las primeros en estudiar la interacción entre la calidad del aire y el número de casos de accidente cerebrovascular (prevalencia), junto con el efecto potencial de las temperaturas en la asociación. Los datos de calidad del aire evaluados se recogieron entre 2010 y 2013 de 1.118 condados en 49 estados de Estados Unidos y de 120 ciudades en 32 provincias de China.

   Los científicos emplearon datos de Estados Unidos y China porque "son dos de los mayores emisores mundiales de gases de efecto invernadero y responsables de aproximadamente un tercio del calentamiento global hasta la fecha", explica Longjian Liu, autor principal profesor de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad de Drexel en Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos.

   La materia particulada (PM) es el término para las partículas que se encuentran en el aire, incluyendo el polvo, la suciedad, el humo y pequeñas gotas de líquido. Partículas de menos de 2,5 micrómetros de diámetro (PM 2,5) presentan el mayor riesgo para la salud debido a su pequeño tamaño (1/30 de un diámetro de un cabello humano y no visibles para el ojo humano). Se crean a partir de la combustión de los automóviles, plantas de energía, los incendios forestales y otras fuentes.

   A lo largo de los dos países, los investigadores encontraron que el número total de casos de accidente cerebrovascular se incrementó un 1,19 por ciento por cada 10 microgramos por metro cúbico de aire (mg/m3) de aumento de PM 2,5. Los investigadores hallaron una variación regional significativa en los niveles de PM 2,5 que estaba vinculada al número de casos de accidente cerebrovascular.

LAS MUJERES Y LOS ANCIANOS, MÁS VULNERABLES

   En general, la región sur de América registró el mayor promedio anual de PM 2,5 mientras que la zona occidental presentaba el más bajo, lo que se correlaciona con el hecho de que las personas que viven en el sur tuvieron una mayor prevalencia de accidente cerebrovascular en un 4,2 por ciento en comparación con las del área de oeste, que tenía la más baja, en un 3 por ciento, según Liu. Los investigadores también encontraron que la temperatura tuvo un impacto en la calidad del aire y el riesgo de accidente cerebrovascular.

   "Las variaciones estacionales en la calidad del aire pueden atribuirse en parte a los cambios climáticos -afirma--. En verano, hay un montón de días de lluvia y viento, lo que pueden ayudar a dispersar la contaminación del aire. Las altas temperaturas crean un estrés térmico crítico que puede conducir a un mayor riesgo de accidente cerebrovascular y otras enfermedades y muertes relacionadas con el calor y la calidad del aire".

   Por otra parte, Liu añade que "los pacientes con accidente cerebrovascular están en peligro de deshidratación debido a las altas temperaturas en verano y en riesgo de sufrir neumonía, gripe y otras patologías respiratorias en invierno. Las mujeres y los ancianos también parecen más vulnerables al riesgo de accidente cerebrovascular debido a la calidad del aire y las enfermedades relacionadas con el calor".

   El accidente cerebrovascular es la quinta causa principal de muerte en Estados Unidos, con más de 129.000 personas fallecidas por ictus cada año y es una causa importante de discapacidad. A nivel mundial, la prevalencia de accidente cerebrovascular se situó en 33 millones, con 16,9 millones de personas que sufren su primer ictus, y es la segunda causa principal de la muerte mundial detrás de las enfermedades del corazón.

   Aunque los pacientes que no pueden controlar la calidad del aire, Liu subraya que los resultados proporcionan evidencia para que los políticos y líderes de salud pública desarrollen mejores modelos para seguir y predecir los cambios climáticos para que los pacientes puedan protegerse mejor.

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