MADRID, 26 May. (EUROPA PRESS) -
El doctor Enrique Pérez Luengo, del Servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Nuestra Señora del Rosario, ha apuntado que más del 85 por ciento de las parálisis faciales tienen un origen desconocido, mientras el resto se asocia a traumatismos craneales graves, tumores, infecciones víricas o patologías del oído.
"Cuando la cara se paraliza, perdemos la parte del lenguaje no verbal que nos caracteriza como humanos", afirma Pérez Luengo, quien define la parálisis facial como "una lesión del nervio facial que provoca la paralización de los músculos que intervienen en la expresión de la cara".
Aunque es una enfermedad con la que se puede vivir, produce dificultades para la pronunciación y la deglución, enfermedades del ojo por exposición y sequedad de la córnea y descolgamiento progresivo de la cara, lo que contribuye a reducir la autoestima y deteriorar las relaciones personales y laborales del paciente.
Según el cirujano plástico, "esta atrofia es reversible si el nervio se regenera y vuelven a llegar impulsos nerviosos antes de los dos años de evolución. Pasado este tiempo, el músculo es sustituido por tejido fibroso y el daño es irreparable. De ahí la enorme importancia del diagnóstico y el tratamiento precoces".
Diferentes técnicas microquirúrgicas transfieren fibras nerviosas desde nervios sanos de la cara y el cuello para que la musculatura facial todavía viable se mueva bajo las órdenes de otras áreas motoras. "Existen otras técnicas complementarias, destinadas a mejorar la función del ojo, que se basan en la colocación de pesas de oro en el párpado superior y la trasposición de pequeñas porciones de musculatura masticatoria cercana. También son útiles en ocasiones las inyecciones periódicas de toxina botulínica para mejorar la simetría facial", abunda el especialista.