MADRID 29 Abr. (EUROPA PRESS) -
Entre el 50 y el 90 por ciento de los pacientes con artrosis también padecen sinovitis, una enfermedad que aparece cuando el revestimiento de la articulación se irrita e inflama, que cursa con gran dolor y déficit de movimiento, y que, recientes estudios, muestran como se ha convertido en un marcado del avance de la enfermedad.
Este descubrimiento es relativamente reciente, según ha explicado el doctor Jordi Monfort, miembro de la unidad de Artrosis del servicio de Reumatología del Hospital del Mar de Barcelona, quien destaca que ha sido en lo últimos cinco años cuando ha visto la importancia que tiene la sinovitis a la hora de valorar el grado de la enfermedad, ya que se asocia con una pérdida de cartílago más avanzada y, en consecuencia, mayores posibilidades de que el proceso finalice en prótesis.
"Ahora sabemos que las artrosis que tienen una peor inflamación son aquellas que tienen más posibilidades de terminar en prótesis; en consecuencia, es un factor importante porque nos podemos hacer una idea del dolor que tiene el paciente, y podemos relacionarlos con la progresión de la enfermedad", añade en una entrevista a Europa Press.
La artrosis afecta, además de al cartílago, al resto de estructura articular, lo que incluye la membrana sinovial y el hueso subcondral; este último, destaca Monfort, también se ha convertido en uno de los marcadores más fiables para conocer la progresión de los cambios estructurales de la artrosis.
Todos los pacientes padecen en mayor o menor medida inflamación, sin embargo ha sido gracias al avance en el desarrollo de diferentes técnicas de imagen que ahora se sabe que gran parte de esta población padece inflamación la membrana sinovial, desde el 50 por ciento de los pacientes hasta el 90 por ciento, dependiendo de si la prueba es a través de una ecografía o de una resonancia magnética, respectivamente.
"Detectar más pacientes es un problema de técnica", afirma Monfort, quien comenta que estos datos dados a conocer en pacientes con artrosis son extrapolables a otras articulaciones, especialmente periféricas (cadera, rodillas o manos).
DESARROLLO DE NUEVOS FÁRMACOS
La inflamación permite un mejor conocimiento del proceso de la enfermedad, los factores moduladores, así como sus principales reguladores, y, por lo tanto, tiene mucho valor a la hora de trabajar con nuevas formulaciones terapéuticas para retardar el avance de la patología.
De alguna forma se ha convertido en un marcador, y los esfuerzos médicos van encaminados a su relación con el progreso de la enfermedad. "Conocer esto significa que se puede empezar a conocer dónde se debe trabajar para controlar la enfermedad "una vez establecida", y teniendo muy en cuenta el desarrollo de nuevos fármacos.
"Además de nuevas moléculas, nos lleva a revaluar los fármacos ya existentes teniendo presente ésta nueva visión", de este modo de podrá dar un mayor control a esta "enfermedad multifactorial" y, como explica el doctor Monfort, "compleja".
"No es una enfermedad asilada, se ve afectada por lo que tiene a su alrededor que, a su vez, tiene repercusiones sobre la artrosis; si bien no afecta a la expectativa de vida, sí afecta a la calidad de vida", añade.
Respecto a qué se puede hacer para que esta inflamación no se produzca, el doctor aclara que "se puede controlar reduciendo los factores de riesgo, pero no prevenir", y, por tanto, se deben reducir aquellas actividades que sobrecargan la articulación, y, sobre todo, evitar la obesidad.
Los dos tratamientos más usados son los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y los Sysadoa, donde se encuentran el condroitín sulfato y el sulfato de glucosamina. Los primeros son uno de los tratamientos más utilizados en artrosis, particularmente en los estadios iniciales de la enfermedad, sin embargo "no están exentos de efectos secundarios importantes", y, por eso, "es recomendable el mínimo tiempo a la mínima dosis necesaria".
Por eso, su recomendación es el uso de los Sysadoa, fármacos de acción lenta para el tratamiento sintomático de la artrosis, que "al tratarse de productos de origen animal están más cercanos a las necesidades de la articulación", y, en consecuencia, "hace que tenga mucho menos efectos secundarios".
Además, "estos fármacos tienen una acción nada despreciable sobre la inflamación sinovial, también sobre la progresión, ya que se les atribuye la cualidad de retardar la progresión articular y, en parte, eso viene del efecto que tienen sobre la inflación sinovial".
Diversos estudios llevan a pensar que una detección temprana de la inflamación podría reducir su desarrollo gracias al uso de fármacos especialmente destinados a reducir el dolor. De hecho, algunas investigaciones ya han demostrado que fármacos como el condroitín sulfato protege la pérdida del volumen de cartílago y revierte en la menor necesidad de implementar prótesis en pacientes con artrosis de rodilla y sinovitis.