MADRID, 2 Jun. (EUROPA PRESS) -
Un nivel moderado de carisma es importante para un líder, pero demasiado puede obstaculizar la eficacia, según concluye una investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología en el último número de la revista 'Journal of Personality and Social Psychology'.
"Nuestros hallazgos sugieren que las organizaciones pueden querer considerar la selección de candidatos con niveles de carisma de rango medio en roles de liderazgo, en lugar de líderes extremadamente carismáticos", explica la autora principal del estudio, Jasmine Vergauwe, estudiante de doctorado en la Universidad de Gante, en Bélgica.
Vergauwe y sus colegas tomaron una perspectiva del rasgo del carisma midiendo la personalidad carismática mediante 56 preguntas, conocidas como grupo carismático, del 'Hogan Development Survey', un instrumento usado para evaluar la personalidad de los líderes. El grupo carismático se centra en cuatro tendencias de la personalidad: atrevida, traviesa, interesante e imaginativa.
Para confirmar el grupo como una medida válida, los científicos compararon las puntuaciones de 204 líderes que hicieron el test de personalidad con las calificaciones de los subordinados sobre su liderazgo carismático y encontraron una correlación significativa. En una segunda muestra, también hallaron una asociación entre el grupo carismático y las tendencias de personalidad relacionadas con el carisma auto-declaradas y observadas que se han descrito en la literatura.
En otros dos estudios, los investigadores compararon las puntuaciones de carisma de cerca de 600 líderes empresariales con su efectividad según lo reportado por sus compañeros, subordinados y superiores. En ambos estudios, detectaron que a medida que el carisma aumentaba, incrementaba la efectividad percibida, pero sólo hasta cierto punto. A un cierto nivel, a medida que las puntuaciones de carisma continuaron subiendo, la efectividad percibida comenzó a disminuir.
"Los líderes con personalidades carismáticas bajas y altas fueron percibidos como menos eficaces que los líderes con niveles moderados de carisma, y esto fue así con los tres grupos de evaluadores", subraya el coautor Filip De Fruyt, también de la Universidad de Gante.
LAS PERSONAS VEN MENOS EFICACES A QUIENES TIENEN MUCHO O POCO CARISMA
Un análisis más profundo de los datos sugiere que el punto en el que la relación entre el carisma y la eficacia se vuelve negativa puede ser moderado por el nivel de ajuste de un individuo o la capacidad de hacer frente a eventos estresantes. Los investigadores descubrieron que los líderes de bajo carisma eran vistos como menos eficaces porque no eran lo suficientemente estratégicos, mientras que los líderes de alto carisma eran vistos como menos efectivos porque eran débiles en el comportamiento operativo.
Un líder operacional es alguien que guía al equipo a hacer las cosas en el corto plazo, gestionando los detalles tácticos de la ejecución, concentrando los recursos y gestionando la disciplina del proceso. Por otro lado, el liderazgo estratégico implica comunicar efectivamente una visión para una organización y persuadir a otros para que compartan esa visión. Debido a que parecían mostrar ambos comportamientos en cantidades adecuadas, los líderes moderadamente carismáticos fueron calificados como los más efectivos, según Vergauwe.
Los hallazgos fueron parcialmente sorprendentes, a juicio de Vergauwe, porque los investigadores esperaban que las características interpersonales asociadas con el carisma también podrían desempeñar un papel, pero no encontraron tal asociación. "Aunque la sabiduría convencional sugiere que los líderes altamente carismáticos podrían fallar por razones interpersonales como la arrogancia y el egocentrismo, nuestros hallazgos plantean que los comportamientos relacionados con el negocio, más que el comportamiento interpersonal, impulsan las evaluaciones de efectividad del líder", dice.
Esta investigación puede tener importantes implicaciones prácticas para la selección, capacitación y desarrollo de los futuros líderes, según Vergauwe. Por un lado, las organizaciones pueden considerar la posibilidad de seleccionar candidatos con niveles de carisma de rango medio para los roles de liderazgo, en lugar de carisma extremadamente carismáticos. Los líderes actuales y potenciales también podrían recibir una formación más especializada basada en su nivel de carisma.
"Los líderes altamente carismáticos probablemente obtendrían los que más de un programa de entrenamiento enfocado a atender las demandas operacionales, como asistir las gestiones cotidianas y administrar un flujo de trabajo ordenado -dice De Fruyt--. Los líderes de bajo carisma, por el contrario, se beneficiarían de la capacitación en un comportamiento más estratégico, como dedicar más tiempo y energía en la planificación a largo plazo, teniendo una perspectiva más amplia del negocio en su conjunto, cuestionando el statu quo y creando un ambiente seguro para probar cosas nuevas".