MADRID, 24 Oct. (EUROPA PRESS) -
Las personas con niveles más altos de hormona tiroidea (tiroxina libre, FT4) que circula en la sangre presentan más probabilidades que los individuos con niveles más bajos de desarrollar latidos cardiacos irregulares o fibrilación auricular, incluso cuando los niveles están dentro de lo normal, según una nueva investigación que se publica en la revista 'Circulation', de la Asociación Americana del Corazón.
"Nuestros hallazgos sugieren que los niveles de la hormona tiroidea, tiroxina libre, que circula en la sangre podrían ser un factor de riesgo adicional para la fibrilación auricular", dice la autora principal del estudio, Christine Baumgartner, especialista en Medicina Interna General del Hospital Universitario de Berna, en Suiza, y actualmente investigadora postdoctoral en la Universidad de California en San Francisco, Estados Unidos. "Los niveles de hormonas tiroxina libres pueden ayudar a identificar a las personas con mayor riesgo", añade.
En Estados Unidos, los latidos irregulares del corazón (fibrilación auricular) afectan a entre 2,7 y 6,1 millones de personas y se estima que lo sufrirán 12,1 millones de personas para 2030. Ocurre cuando las dos cámaras superiores del corazón, llamadas aurículas, laten irregularmente y más rápido de lo normal. Los síntomas pueden incluir palpitaciones del corazón, mareos, sudoración, dolor en el pecho, ansiedad, fatiga durante el esfuerzo y desmayo, pero a veces los pacientes con fibrilación auricular no tienen ningún síntoma.
Aunque las personas pueden vivir con latidos cardiacos irregulares, este trastorno puede causar fatiga crónica y aumentar el riesgo de enfermedades graves, como derrame cerebral e insuficiencia cardiaca, que pueden estar vinculadas con una discapacidad de por vida e, incluso, la muerte. Afortunadamente, hay medicamentos y otras terapias para tratar los latidos irregulares del corazón y reducir el riesgo de los síntomas y complicaciones asociados.
La glándula tiroides es una glándula pequeña en el cuello. En respuesta a la hormona estimulante de la tiroides liberada por la glándula pituitaria, la glándula tiroides segrega las hormonas tiroideas requeridas para regular el metabolismo energético. Los pacientes con niveles bajos de hormona tiroidea, o hipotiroidismo, pueden requerir medicamentos que contengan las hormonas tiroideas (tiroxinas) para aumentar sus niveles hormonales y, algunas veces, la ingesta de tiroxina puede elevar demasiado estos niveles.
Estudios anteriores mostraron que el riesgo de latidos cardiacos irregulares es mayor entre las personas que producen demasiada hormona tiroidea que entre las que presentan niveles hormonales normales. Sin embargo, no estaba claro si los niveles que eran altos pero que aún estaban dentro del rango normal también podrían incrementar el riesgo de latidos cardiacos irregulares.
HASTA UN 45 POR CIENTO MÁS DE RIESGO
Para comprender esta relación, los científicos observaron la ocurrencia de latidos irregulares entre individuos con niveles de hormonas tiroideas que aún estaban dentro del rango normal. Encontraron que las personas con niveles sanguíneos más altos de FT4 dentro del rango normal al comienzo del estudio registraban significativamente más probabilidades que aquellas con niveles más bajos de desarrollar posteriormente latidos cardiacos irregulares.
Cuando se separó a los participantes en cuatro grupos de igual tamaño, el grupo con los niveles más altos de FT4 tuvo un riesgo de latidos cardiacos irregulares del 45 por ciento, en comparación con el grupo con los niveles más bajos. Incluso, aumentos más modestos en la hormona tiroidea se asociaron con un mayor riesgo. Entre los individuos con los segundos niveles más altos, el riesgo fue 17 por ciento mayor, y entre los que tenían el tercer nivel más alto, el riesgo fue un 25 por ciento mayor, en comparación con aquellos con los niveles más bajos. Sin embargo, los niveles elevados de la hormona estimulante de la tiroides (TSH, por sus siglas en inglés) dentro del rango normal no se asociaron con un mayor riesgo de fibrilación auricular.
"Los pacientes que reciben tratamiento con tiroxina, uno de los medicamentos recetados con mayor frecuencia en Estados Unidos, generalmente tienen mayores niveles de tiroxina libre circulante en comparación con los individuos no tratados", apunta Baumgartner. "Entonces, un siguiente paso importante es ver si nuestros resultados también se aplican a estos pacientes, con el fin de evaluar si necesitan modificarse las concentraciones de hormona tiroidea libre en la terapia de reemplazo de tiroides", plantea.
Los investigadores analizaron datos de 11 estudios de Europa, Australia y Estados Unidos que midieron la función tiroidea y la aparición de latidos cardiacos irregulares. En general, los estudios incluyeron a 30.085 individuos con una edad promedio de 69 años y un poco más de la mitad de ellos mujeres. En promedio, el seguimiento fue de 1,3 a 17 años.