MADRID, 13 Mar. (EUROPA PRESS) -
La Universidad de Brown (Estados Unidos) ha concluido un estudio en Kenia que revela que las tensiones y disputas políticas pueden acabar condicionando la salud de los enfermos de VIH, aumentando las resistencias y el porcentaje de fracasos de los tratamientos, según un estudio que publica en la revista 'AIDS Reviews'.
"Las consecuencias a largo plazo son las que hacen de esto un problema mayor", ha reconocido Marita Mann, autora principal del estudio que comenzó a estudiar esta problemática tras la crisis que se produjo en este país africano a raíz de las elecciones de 2007 ganadas por Mwai Kibaki.
Según esta experta, existe un primer grupo de pacientes afectados a corto plazo, aquellos que dejan de recibir su medicación durante el propio conflicto. Sin embargo, estas consecuencias pueden perdurar en el tiempo ya que la interrupción del diagnóstico también puede generar resistencias al tratamiento más adelante. "Y esto representa un problema mayor en la epidemia", ha aseverado.
Antes de las elecciones celebradas hace unos meses, Mann ha reconocido que había profesionales sanitarios que suministraron medicamentos adicionales a sus pacientes y les facilitaron su historia clínica por si debían desplazarse a otros países en caso de producirse incidentes violentos como en 2007, cuando murieron unos mil habitantes del país y otros 300.000 emigraron a otros países como desplazados.
El problema, apuntan los autores del estudio, es que muchos profesionales sanitarios no son conscientes de que una interrupción del tratamiento no planificada puede provocar una mayor resistencia del virus a los fármacos actuales y, como consecuencia, un fracaso del tratamiento.
De hecho, esta preocupación no es hipotética sino real, como muestra el hecho de que tras la crisis iniciada en 2007 en Kenia el tratamiento fallaba más a menudo en quienes previamente habían dejado de tratarse en este periodo.
Esto se debe a que el VIH muta con frecuencia, por lo que tan sólo el cambio de un único aminoácido puede provocar la resistencia a los medicamentos, escriben los autores.
El problema, añaden, es que cuando estalla la violencia o se agravan las tensiones políticas el equilibrio en la atención de los pacientes más graves puede llegar a ser imposible. Los medicamentos pueden no llegar a la clínica, y los pacientes y los profesionales sanitarios pueden tener problemas para desplazarse.
Esto provoca una interrupción total o parcial de la terapia utilizada, lo que no es suficiente para detener el virus e incluso puede fomentar el desarrollo de cepas más resistentes.
Para informar mejor y preparar a los proveedores y funcionarios, no sólo en Kenia sino en otras naciones propensas a conflictos y con altas tasas de infección por el VIH, los autores piden más investigación y atención a la planificación.
"La investigación es necesaria para determinar la mejor manera de optimizar la terapia antirretroviral evitando interrupciones no planificadas", han advertido.