Julio Rodríguez, psicólogo: "Cualquier tipo de pantalla es mala en el neurodesarrollo del niño"

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   MADRID, 28 May. (EDIZIONES) -

    No paramos de oír a los expertos que las pantallas en la infancia restan, más que ayudan en el neurodesarrollo del niño. "Se puede jugar a través de las pantallas, pero el jugar debe acontecer en el mundo real. Jugar ayuda a conocer la realidad, a medir tus fuerzas, a conocer al otro; y esto no tiene que acontecer tras las pantallas, que perjudican y anulan estas situaciones; no hay juegos educativos en las pantallas, ni en los videojuegos, según la Ciencia".

   Así lo defiende en una entrevista con Europa Press Salud Infosalus Julio Rodríguez, que es doctor en Biología, psicólogo, y divulgador científico, así como genetista clínico en la Fundación Pública Galega de Medicina Xenómica (FPGMX). Precisamente, hablamos con él por la reciente publicación de 'Jugar por jugar' (Plataforma Editorial), un manual en el que desvela la importancia del juego para el neurodesarrollo de los menores y en el que, por supuesto, las pantallas se mencionan y cuestionan.

   Subraya, de hecho, que hay estudios científicos que demuestran que las pantallas no son la realidad del día a día, y perjudican los beneficios que en sí aporta la realidad para el desarrollo de los menores. "El ser humano es un ser social, su cerebro biológico ha evolucionado y necesitamos el contacto social, la percepción de las cosas y el aprendizaje es mayor cuando viene de algo real. La manera de percibir por los ojos, de absorber toda la comunidad, la visión espacial o olfativa no te lo dan las pantallas", sostiene.

LAS PANTALLAS NO DEBEN SUSTITUIR LA INTERACCIÓN SOCIAL

   Además, mantiene este psicólogo que las pantallas emiten imágenes, algo que, sin duda, influye en la concentración y en el aprendizaje de los niños. "Las pantallas provocan una carencia de la realidad. No hay nada en pantallas que pueda sustituir a la interacción social. La atención que un niño le presta a una persona real, la reacción emocional que se genera con esa interacción es mayor que si ponemos a los niños frente a una pantalla con la misma persona. O no le hacen caso, o no les afecta la presencia del otro", remarca.

   Por eso, este experto insiste que "cualquier tipo de pantalla es mala en el neurodesarrollo de los niños", y todos los beneficios que aporta el hecho de jugar están desvinculados de los videojuegos. Es más, habla de los mismos en su libro y alerta de que con las pantallas se pierde igualmente toda la estimulación sensorial que te aporta la realidad, el estar presente en el aquí y en el ahora.

    En caso de las consolas, además, Julio Rodríguez advierte de que no interactúas con la otra persona, "no os miráis, sino que miras a la pantalla"; al tiempo que alerta sobre los contenidos de los videojuegos, que sí afectan al neurodesarrollo del menor: "El efecto de los videojuegos es igual que cuando antes salía gente fumando en la televisión. Si hay violencia en los videojuegos esto también influye en el menor. Aumenta la hostilidad, la agresividad, o la irritabilidad, así como el estrés de las personas. Esto no es jugar y perjudica al neurodesarrollo".

POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE QUE LOS NIÑOS JUEGUEN EN LA INFANCIA

   Con todo ello, pedimos a este psicólogo que nos detalle la importancia del juego en los menores, y Rodríguez resalta que "jugar no sólo algo que hagan los niños", sino que se trata de una actividad innata, incluso para los propios animales, que también juegan. "Es una conducta que, de alguna manera, está codificada en nuestro código genético. Es un comportamiento instintivo, que realizamos porque fue importante para la supervivencia en el pasado. El jugar es muy importante para el neurodesarrollo porque se produce durante el mismo el aprendizaje social, psicomotor, el aprendizaje del juego simbólico, en el juego se fomenta la creatividad, la inteligencia, las habilidades sociales, y el compañerismo, por ejemplo", detalla este experto.

   Ahora bien, sí precisa que, para él, desde el marco teórico, el jugar es sólo jugar, es decir, todas las actividades con reglas quedan descartadas en lo que puede llamarse juego; de forma que aquella actividad que es libre, sin reglas, desestructurada, sin un objetivo, casi sin guías sí es un juego porque "realmente jugar es el fin".

   Sostiene a su vez que "jugar es una manera a través de la cual los menores conocen el mundo y así mismos", y defiende que los menores deben jugar todo lo máximo posible, tanto solos como en compañía de otros. "Incluso los adultos deberíamos seguir jugando y es imposible en muchos casos", añade.

MENOS EXTRAESCOLARES Y MÁS TIEMPO PARA EL JUEGO LIBRE

   Le preguntamos por las actividades extraescolares, actividades que, en muchos casos, reconoce que ayudan a los padres a conciliar, si bien avisa sobre las mismas dado que en gran parte de las ocasiones les restan a los menores un tiempo "muy valioso" para su neurodesarrollo, como el que les proporciona el juego libre del que estamos hablando. "Las actividades extraescolares representan un exceso de cosas productivas. Los menores, al final, tendrían que tener más tiempo y libertad para jugar", indica.

   Se muestra, por tanto, a favor de que los menores realicen menos actividades extraescolares y apuesta por que cuenten con más tiempo libre para jugar. "Si el niño quiere y le gusta el piano está bien que lo apoyes y vaya a clases, pero no hay que meterlo en 50 cosas para que esté ocupado. Saca más beneficio del juego en libertad", insiste.

   Cuestionado sobre cuáles son los mejores juegos para los niños en este contexto, resalta nuevamente Julio Rodríguez que "el mejor juego para la inteligencia es el jugar en libertad, es lo mejor para el neurodesarrollo del niño"; de manera que cuanto menos estructurado y elaborado y más sencillo sea ese juego, más beneficioso será para el menor.

LOS PADRES DEBEN JUGAR CON SUS HIJOS

   Finalmente, resalta la importancia de que los hijos jueguen con los padres, porque también a través de los progenitores, que cuentan con más experiencia que los menores, aprenden también de la realidad y de cómo es el mundo. Aparte, reconoce que para los niños, el pasar el máximo de tiempo posible con la persona que más quieren en el mundo es "súper valioso" a nivel psicológico; si bien alerta de que también los niños deben jugar solos, crear sus mundos, y jugar con sus iguales, para aprender cómo funcionan los otros niños.

   "Tenemos que jugar con ellos pero sin ser directivos, es decir, tenemos que guiar pero no cercenar, no acotar esa creatividad. Si el niño dibuja un caballo y lo pinta de rosa, y un adulto le dice que es marrón ahí le está coartando. Hay que tener ese cuidado de dejar que vuele su imaginación porque realmente es lo beneficioso. No coartar esa libertad. Si quiere que el caballo sea rosa, que sea rosa", concluye el autor de 'Jugar por jugar'.