MADRID, 7 Feb. (EUROPA PRESS) -
El consumo de tranquilizantes entre los jóvenes ha aumentado con los años, pues estos, a pesar de tener un buen expediente y una buena formación, notan que no tienen ninguna oportunidad en el mercado laboral y esto les lleva a sentir tristeza o desánimo, lo que acaba en el consumo de estos fármacos para pasar esta situación, según ha confirmado el director del eHealth Center e investigador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Manuel Armayones.
"Los jóvenes están muy presionados, pues muchos cuentan con una buena preparación, pero tienen pocas oportunidades para incorporarse con un mínimo de garantías al mercado laboral y, en consecuencia, esto les genera desesperanza, tristeza y/o sensación de exclusión en su entorno", ha explicado Armayones.
Junto con la profesora colaboradora del grado de Psicología de la UOC, Mireia Cabero, Armayones destaca que "la tendencia a encontrar soluciones rápidas -en muchos casos en forma de píldora- y la presión asistencial -con poco tiempo por parte de los profesionales sanitarios para evaluar e intervenir- pueden estar provocando un aumento de la prescripción de psicofármacos".
Este hecho ha quedado reflejado en un informe del Ministerio de Sanidad elaborado en el año 2015, de los que se desprende que un 5,1 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 34 años había consumido alguna vez tranquilizantes en 2005; mientras que en 2013 -últimos datos que ofrecen desde el Ministerio- esta cifra se dobla hasta llegar al 12,3 por ciento. Igualmente, este análisis también destaca que un 2,7 por ciento de los jóvenes tomó tranquilizantes una vez al mes en 2005, frente al 5,6 por ciento que lo hizo en 2013.
"A la sociedad, especialmente a los jóvenes, no se la ha educado para aprender a convivir y gestionar las adversidades de la vida, sino para que sea feliz y tenga éxito", ha indicado Cabero. Por ello, según la experta, es necesaria una "educación emocional", así como "impulsar medidas sociales que den respuesta a las necesidades de los jóvenes y crear más plazas de psicólogos en el sistema sanitario, pues la falta de estos profesionales hace que se recurra a la farmacología para problemas que la evidencia científica dice que pueden abordarse con garantías mediante una terapia psicológica".
UN 25% DE LAS MUJERES HAN CONSUMIDO ALGUNA VEZ
El consumo de tranquilizantes también es cuestión de sexos, pues un 25 por ciento de las mujeres había consumido estos fármacos alguna vez en su vida en 2013, en contraste con el 15 por ciento de los hombres, según los mismos datos del Ministerio.
"Como los jóvenes, las mujeres son el otro colectivo más presionado porque en la mayoría de casos recae sobre ellas la conciliación familiar, sufren más precarización laboral y cobran menos que los hombres", como ha explicado Armayones.
Por su parte, Cabero añade que, además, "la mujer sigue predominando en los trabajos en que se ejerce el rol de cuidadora, que conllevan más desgaste psicológico, como maestras, enfermeras, psicólogas o pedagogas".