MADRID, 30 May. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, han encontrado una nueva forma de bloquear la causa raíz del dolor: la clave es una proteína de origen natural llamada proteína de unión a apolipoproteína A-I (AIBP). AIBP se une al receptor tipo 4 (TLR4), una proteína que se encuentra en la superficie de las células como una antena, buscando signos de infección o daño tisular.
Los investigadores descubrieron que tratar a los ratones con una única inyección espinal de AIBP y, por lo tanto, desconectar TLR4, previene e invierte la inflamación y los eventos celulares asociados con el procesamiento del dolor, según se informa en un artículo publicado este martes en 'Cell Reports'. El tratamiento alivió el dolor de la quimioterapia en los roedores durante dos meses sin efectos secundarios.
"Los opiáceos y la mayoría de los demás analgésicos simplemente amortiguan la percepción de dolor de una persona. Pero la fuente del dolor sigue presente", afirma el coautor principal Tony Yaksh, profesor y vicepresidente de investigación en el Departamento de Anestesiología de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Diego.
"Al mismo tiempo, los opiáceos también transmiten una sensación de placer, lo que lleva a su uso indebido y adicción. Lo que es tan especial acerca de nuestro nuevo enfoque, inhibir el receptor TLR4 con AIBP, es que realmente modifica los sistemas de procesamiento del dolor. Si piensas en el dolor neuropático como una enfermedad, entonces vemos esto como una verdadera modificación de la enfermedad. Estamos bloqueando el mecanismo subyacente que causa el dolor, no solo enmascarando los síntomas", explica.
Históricamente, dice Yaksh, los investigadores pensaban que la inflamación y la lesión nerviosa eran eventos separados. Pero hace unos años, él, la coautora Maripat Corr y colaboradores descubrieron que a veces la inflamación puede pasar al dolor crónico con todas las características de una lesión nerviosa, un evento celular que involucra a TLR4. Este último avance comenzó hace tres años cuando Yaksh asistió a un simposio donde Yury Miller, profesor del Departamento de Medicina, y ahora coautor principal del estudio, hablaba sobre su trabajo acerca del metabolismo de los lípidos y la aterosclerosis.
Yaksh, cuyo laboratorio estudia el dolor, se dio cuenta de que ambos estaban mirando TLR4, pero por diferentes razones. Fuera de esa interacción casual, los dos comenzaron a trabajar juntos. "Mi especialidad es la aterosclerosis, la causa subyacente de ataque cardiaco y accidente cerebrovascular, y hemos estado estudiando AIBP como un medio para tratar esa afección --dice Miller--. Y funcionó; el estudio ahora se publica en 'Journal of Lipid Research'. Pero también nos sorprendió descubrir que, al mismo tiempo, AIBP previno y revirtió los estados de dolor crónico. Cuando Tony vio esos resultados, me dijo que era notable lo efectivo que era".
MEDIANTE ELIMINACIÓN DEL COLESTEROL DE LAS BALSAS DE LÍPIDOS
En pruebas de laboratorio, los investigadores descubrieron que AIBP inhibía TLR4 al eliminar el colesterol de las balsas de lípidos: áreas ricas en colesterol de la membrana celular que ayudan a controlar cómo las células se comunican entre ellas y sus entornos. En ratones, las inyecciones espinales (intratecales) de AIBP redujeron las balsas lipídicas en las células inmunitarias del sistema nervioso central llamadas microglia. Las inyecciones también disminuyeron la activación de TLR4, la activación microglial y la inflamación en la médula espinal.
Después de la quimioterapia, los humanos y los animales a menudo desarrollan estados persistentes de dolor en respuesta al contacto más leve. En este estudio, los ratones que recibieron quimioterapia reaccionaron al tacto más leve. Pero una sola inyección intratecal de AIBP revirtió completamente el estado de dolor inducido por la quimioterapia y los ratones pudieron soportar niveles normales de estimulación mecánica. Este efecto analgésico duró dos meses y la inyección AIBP no afectó a las funciones motoras.
"Estamos trabajando en formas de administrar AIBP sistémicamente, pero si se trata de elegir entre vivir con dolor crónico o recibir una inyección espinal una vez cada pocos meses, creemos que la mayoría de la gente tomaría la inyección --subraya Miller--. Tal como está ahora, AIBP podría desarrollarse como terapia para el dolor intenso e incesante que solo responde a altas dosis de morfina. La AIBP eliminaría la necesidad de opioides y reduciría el potencial de abuso de drogas".
Según Yaksh, de los 1,7 millones de pacientes que reciben un diagnóstico de cáncer cada año, se estima que al menos el 39 por ciento experimenta dolor en el curso del cáncer y después del tratamiento. Si cada uno de esos pacientes toma un promedio de 100 miligramos de morfina o su equivalente por día durante un año, la carga estimada de morfina sería de aproximadamente 24.000 kilogramos por año, y eso es solo para pacientes con cáncer.
"No estamos diciendo que no deberíamos usar opiáceos para tratar el dolor crónico o, en particular, el dolor por cáncer; eso sería una tragedia --afirma Yaksh--. Pero también sería una gran tragedia si no apoyáramos el trabajo para encontrar un sustituto para los opiáceos sistémicos".