MADRID, 13 Nov. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Unidad de Epidemiología de Sistemas de Infecciones de la Facultad de Medicina de Deakin (Australia) han identificado qué anticuerpos son los más eficaces para combatir las formas más graves de malaria. Según los autores, sus hallazgos suponen un "paso importante" hacia el desarrollo de una vacuna viable para la enfermedad.
Los parásitos de la malaria crecen dentro de los glóbulos rojos, donde insertan proteínas, conocidas como PfEMP1, en la superficie. "Como parte de su estrategia de supervivencia en el huésped humano, los parásitos utilizan PfEMP1 para adherirse a las paredes de los vasos sanguíneos, y esto puede causar bloqueos en el flujo sanguíneo y la inflamación, lo que conduce a una enfermedad grave", explica Alyssa Barry, autora principal del estudio, que se ha publicado en la revista 'Cell Host & Microbe'.
Los parásitos de la malaria cambian estas proteínas para evitar desarrollar respuestas inmunes, y cada cepa tiene un conjunto diferente de proteínas, haciendo que la identificación de los blancos de la vacuna sea como 'encontrar una aguja en un pajar'. En su trabajo, el equipo de investigación logró determinar qué anticuerpos eran más eficaces para combatir las formas más graves de malaria, utilizando mediciones de anticuerpos de cientos de variantes diferentes de las proteínas PfEMP1.
"Es la primera vez que alguien muestra esto. Durante años, los investigadores han pensado que desarrollar una vacuna contra la malaria basada en el PfEMP1 sería virtualmente imposible, porque las proteínas son tan diversas. Es similar a la vacuna contra la gripe, donde hay que seguir ajustándola y actualizándola a medida que las cepas del virus evolucionan de año en año", detalla Alyssa Barry.
Los investigadores recolectaron cientos de proteínas PfEMP1 de cepas de malaria de niños de Papúa Nueva Guinea que habían sido infectados naturalmente por la enfermedad. La malaria es aún más diversa que la gripe: una aldea de un país como Papua Nueva Guinea podría contener "miles de posibles variantes" del PfEMP1, según los autores.
"Pero en las zonas donde la malaria es endémica, los niños que se infectan repetidamente desarrollan inmunidad contra la malaria grave cuando tienen unos dos años, por lo que sabemos que la inmunidad contra la enfermedad es posible, y que se puede desarrollar después de la exposición a unas pocas cepas", argumenta la investigadora.
Mientras que la inmunidad a las formas más leves de malaria presenta más obstáculos, la inmunidad a la malaria severa se dirige solo a un pequeño subconjunto de proteínas que tienen muchas similitudes entre las cepas, lo que hace que los componentes esenciales para una vacuna sean mucho más fáciles de identificar.
Usando la secuenciación genómica, recolectaron proteínas PfEMP1 de diferentes cepas de malaria y midieron anticuerpos contra esas proteínas para identificar el anticuerpo protector (el biomarcador de la inmunidad) que protege a los niños contra las enfermedades. Así, pudieron identificar estos anticuerpos monitoreando los patrones de la enfermedad, siguiendo a los niños de Papua Nueva Guinea durante 16 meses para determinar cuáles de ellos eran susceptibles a las formas más graves de la enfermedad, y también a los que estaban protegidos y solo experimentaban formas más leves de la enfermedad.
"Ha sido un largo camino, y ha involucrado a un gran equipo, pero es un gran paso adelante, y esto da esperanza de que la creación de una vacuna podría ser posible. Nuestro estudio muestra el potencial de nuevos enfoques que combinan la medición de grandes cantidades de anticuerpos y estudios epidemiológicos cuidadosamente diseñados", concluye la investigadora.