MADRID, 26 Nov. (EUROPA PRESS) -
Científicos del Instituto de Investigación Clínica de Montreal (Canadá) han identificado una manera de frustrar la infección por el VIH en sus primeras etapas. Según publican en un artículo en la revista científica 'Cell Reports', administrar una proteína a unos ratones durante los primeros momentos de la entrada del virus en el organismo evita su desarrollo posterior.
"Contrariamente a la creencia popular, el VIH no se transmite tan fácilmente", recuerda el investigador principal del estudio, Éric Cohen. Una vez transmitido, el VIH no se propaga inmediatamente a través del cuerpo. Inicialmente, tiene que multiplicarse localmente, principalmente en los tejidos genitales. Después de esta expansión inicial y local, el virus se propaga. Esta expansión localizada ofrece una ventana muy breve de vulnerabilidad antes de que el virus establezca una infección sistémica.
Como su nombre indica, el VIH se dirige preferentemente al sistema inmunitario: ataca y debilita las propias defensas del cuerpo, y la persona infectada se vuelve susceptible a la más mínima infección. La respuesta inmunitaria es como una lucha armada: un enemigo se infiltra y el cuerpo se defiende. Los virus son los intrusos, y los glóbulos blancos son soldados que intentan mantener el 'fuerte'. Los glóbulos blancos están equipados con sus propias 'unidades de infantería': linfocitos, fagocitos, granulocitos y otros.
El grupo de fagocitos tiene una unidad aún más especializada conocida como células dendríticas plasmocitoides (PDC). Estas pequeñas células de forma redondeada 'patrullan' el cuerpo, especializándose tanto en la detección de patógenos como en orquestar la respuesta antiviral. En otras palabras, son los 'chivatos', los que ponen en marcha todo el proceso de defensa. Cuando detectan una amenaza, cambian de forma y desarrollan protuberancias llamadas dendritas. Además, comienzan a producir grandes cantidades de interferón, una proteína que desencadena un estado de resistencia a la infección en otras células.
Tan pronto como llega al organismo, el VIH expulsa a los PDC del camino y les impide 'denunciar' su presencia. "El virus no parece matarlos directamente, pero los hace desaparecer de una manera que aún no se comprende. La pérdida de PDC tanto en el lugar de la infección como en todo el cuerpo ayuda a establecer la infección", explica Tram Pham, otro de los responsables de esta investigación.
Teniendo en cuenta lo que el VIH hace a los PDC, los investigadores se preguntaron qué pasaría si se aumentaran los niveles de PDC y su función tanto antes como durante la infección. Para probar esto, utilizaron una proteína especial conocida como FLT3 para estimular la producción de PDC a partir de la médula ósea de ratones humanizados. Estos roedores están diseñados para tener un sistema inmunológico humano. En consecuencia, en un ratón humanizado infectado, el VIH se comporta como lo haría en un humano.
La administración de esta proteína mantuvo altos niveles de PDC en estos ratones y produjo algunos resultados sorprendentes: se redujo el número inicial de ratones infectados; se alargó el tiempo necesario para que el virus fuera detectable en la sangre; y la cantidad de virus en la sangre, también conocida como viremia, se redujo significativamente. En concreto, observaron una disminución de hasta 100 veces en la viremia". "En otras palabras, la infección inicial se suprime manteniendo un alto nivel de PDC", resume Pham. Sin embargo, la infección por VIH normalmente pasa desapercibida y cuando la viremia se detecta, ya es un poco tarde.