ZARAGOZA 30 Ene. (EUROPA PRESS) -
Dos investigadoras de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza, Rosa Bolea y Eloísa Sevilla, acaban de dar un nuevo paso para hacer frente a una bacteria cada vez más resistente a los antibióticos y que origina la mitad de las infecciones gastrointestinales hospitalarias en el mundo, con más de 124.000 pacientes al año afectados solo en hospitales de la Unión Europea.
Por primera vez, han descubierto un marcador genético en la bacteria Costridium difficile (CD), asociado a la resistencia de un medicamento antimicrobiano, que permitirá obtener diagnósticos de forma más rápida, ha informado la Universidad de Zaragoza en una nota de prensa.
Este descubrimiento se ha publicado este jueves en la revista científica Nature Communications y es el resultado de una investigación desarrollada en una colaboración internacional, liderada por investigadores del Leiden University Medical Center (Países Bajos), en la que han logrado descubrir por qué se produce el fallo de uno de los antibióticos de elección para tratar a la bacteria Costridium difficile (CD).
Rosa Bolea y Eloísa Sevilla son investigadoras de la Unidad de Microbiología e Inmunología del Departamento de Patología Animal y del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Facultad de Veterinaria y pertenecen a los institutos mixtos de investigación Instituto Agroalimentario de Aragón y el Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón.
Esta bacteria constituye en la actualidad una de las principales causas de diarrea infecciosa hospitalaria, con un incremento en la incidencia y severidad de los casos, con gran potencial de transmisión entre personas y animales, por lo que se considera una infección emergente en todo el planeta. Se estima que representa el 48 por ciento de las infecciones gastrointestinales hospitalarias en la Unión Europea.
La infección por este patógeno suele estar asociada al uso previo de antibióticos, porque el Costridium difficile es muy resistente a casi todos ellos. En concreto, sólo puede ser tratado con tres antibióticos, el metronidazol, la vancomicina y la fidaxomicina.
RESISTENCIA
La doctora Rosa Bolea ha señalado que el metronidazol es un medicamento antimicrobiano "utilizado comúnmente como primera elección en el tratamiento de la infección por Costridium difficile, pero nos hemos encontrado en los últimos tiempos con un gran problema: algunas cepas están desarrollando resistencia al metronidazol, por lo que este antibiótico no puede frenar la infección en el paciente".
Según la investigadora, este hecho "supone un grave problema sanitario pues ya no sería efectivo como tratamiento y las opciones terapéuticas disponibles quedarían muy limitadas, incrementándose además el coste económico sanitario".
El estudio publicado en la revista Nature Communicationsse ha identificado una molécula de AND --un plásmido denominado pCD-METRO-- en dicha bacteria como responsable de la resistencia a metronidazol, lo que supone un gran paso científico, ya que, aunque la aparición de dicha resistencia ya estaba descrita en este patógeno, no se había asociado hasta el momento con un marcador genético claro, han apuntado las investigadoras.
Rosa Bolea ha detallado que los plásmidos son moléculas de AND extracromosómico presentes en bacterias "y que en muchas ocasiones juegan un papel muy importante en la rápida diseminación de resistencia a antibióticos".
Por eso, la identificación de este tipo de elemento genético en Costridium difficile, asociado a resistencia a un antibiótico de primera elección en el tratamiento de la infección como es el metronidazol, "supone un hallazgo con importantes repercusiones clínicas".
Tal y como se muestra en este trabajo, este plásmido se encuentra diseminado internacionalmente, tanto en cepas de Costridium difficile de casos clínicos humanos, como de origen animal. Este estudio sería el primero que evidencia resistencia antimicrobiana de origen plasmídico en este microorganismo, han señalado las citadas fuentes.
IMPLICACIONES CLÍNICAS
Los resultados obtenidos tienen importantes implicaciones en la práctica clínica, especialmente en el diagnóstico y tratamiento de la infección.
La doctora Eloísa Sevilla ha precisado que estos resultados "deberán tenerse en cuenta a partir de ahora en el tratamiento de la infección de Costridium difficile y contribuirán a un mejor manejo y control de la misma".
De esta forma, este estudio ha abierto una nueva línea de investigación en la que se va a continuar trabajando y que tratará de responder nuevas cuestiones que surgen a partir de este descubrimiento, han apuntado desde la Universidad de Zaragoza.