MADRID, 28 Oct. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (Suiza) han utilizado un experimento en un entorno de oficina de grupo simulado para mostrar por primera vez que el cuerpo produce más hormonas de estrés cuando se interrumpe repetidamente a las personas en el trabajo. Y, sin embargo, los sujetos no experimentaron un aumento igual en su percepción consciente de estrés psicológico.
En su trabajo, publicado en la revista 'Psychoneuroendocrinology', los investigadores utilizaron una plataforma universitaria para reclutar a 90 participantes, que aceptaron tomar parte en un experimento que duró poco menos de dos horas. Para llevar a cabo su experimento, los investigadores transformaron el Laboratorio de Ciencias de la Decisión de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich en tres entornos de oficina de grupo. Cada puesto de trabajo estaba equipado con una silla, un ordenador con monitor y kits para recoger muestras de saliva.
Haciendo el papel de empleados de una compañía de seguros ficticia, se pidió a los participantes que realizaran tareas típicas de oficina, como teclear información de formularios escritos a mano y concertar citas con clientes. Mientras lo hacían, los investigadores observaron sus respuestas psicobiológicas.
En un total de seis puntos durante el experimento, los participantes calificaron su estado de ánimo en cuestionarios, mientras que un aparato portátil de electrocardiogarma (ECG) medía continuamente sus latidos cardíacos. Los investigadores utilizaron las muestras de saliva para medir la concentración de la hormona del estrés cortisol.
Para su experimento, los investigadores dividieron a los participantes en tres grupos y expusieron a cada uno de ellos a un nivel de estrés diferente. A todos los grupos se les dio la misma carga de trabajo. En medio del experimento, todos los participantes fueron visitados por dos actores disfrazados de representantes del departamento de Recursos Humanos (RRHH) de la compañía de seguros. Para los participantes en el grupo de control, los actores escenificaron un diálogo de venta, mientras que en los dos grupos de estrés pretendían buscar los candidatos más adecuados para un ascenso.
La diferencia entre los dos grupos de estrés era que los participantes del primer grupo dejaban de trabajar solo para que se les tomaran muestras de su saliva. Pero los participantes del segundo grupo de estrés tuvieron que hacer frente a interrupciones adicionales en forma de mensajes de chat de sus superiores solicitando urgentemente información.
CASI EL DOBLE DEL NIVEL DE CORTISOL
Tras la evaluación, los datos indicaron que pedir a los participantes que compitieran por un ascenso ficticio era suficiente para aumentar su ritmo cardíaco y desencadenar la liberación de cortisol. "Pero los participantes del segundo grupo de estrés liberaron casi el doble de cortisol que los del primer grupo de estrés", explica Mara Ngelin, una de las responsables de la investigación.
"La mayoría de las investigaciones sobre las interrupciones en el lugar de trabajo realizadas hasta la fecha se centraron sólo en su efecto sobre el rendimiento y la productividad. Nuestro estudio muestra por primera vez que también afectan al nivel de cortisol que una persona libera, es decir, que realmente influyen en la respuesta biológica de una persona al estrés", reflexiona otro de los autores, Raphael Weibel.
Lo que sorprendió a los investigadores fueron las respuestas subjetivas de los participantes en términos de cómo percibían el estrés psicológico. Observaron que los participantes del segundo grupo de estrés, que fueron interrumpidos por mensajes de chat, informaron estar menos estresados y de mejor humor que los participantes del primer grupo de estrés, que no tuvieron esas interrupciones. Curiosamente, aunque los dos grupos calificaron la situación de igualmente difícil, el segundo grupo la consideró menos amenazante.
Los investigadores dedujeron que la liberación de cortisol desencadenada por las interrupciones adicionales movilizó más recursos físicos, lo que a su vez condujo a una mejor respuesta emocional y cognitiva al estrés. También es posible que las interrupciones distrajeran a los participantes de la situación de estrés social inminente, lo que significa que se sintieron menos amenazados y, por lo tanto, menos estresados.