MADRID 21 Sep. (EUROPA PRESS) -
El grupo de neoplasias mieloides del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, liderado por la doctora Lurdes Zamora, responsable de la Unidad de Biología Molecular del Instituto Catalán de Oncología (ICO) Badalona y la doctora Blanca Xicoy, hematóloga clínica del ICO, está investigando cuáles son los factores predictivos que seleccionan aquellos pacientes que llegarán a superar la enfermedad con éxito.
Se trata de un tipo de cáncer de la sangre en el que se produce una alteración cromosómica que origina en la médula ósea una proliferación descontrolada de granulocitos, un tipo de glóbulos blancos.
Desde hace 15 años se utiliza como tratamiento estándar los inhibidores de tirosina-cinasa (ITK), un tratamiento oral que, en el momento en que se hace la translocación 9;22 (la alteración típica de esta enfermedad), pone en contacto dos genes (BCR-ABL1) que normalmente no van juntos y que, al juntarse, originan una proteína inexistente hasta ese momento en la que se une específicamente este fármaco, permitiendo "atacar" sólo las células tumorales.
Este ha sido el tratamiento "más espectacular" visto en una enfermedad oncológica de la sangre, ya que antes de su aparición, muchos pacientes debían someterse a un trasplante de médula ósea, con la toxicidad y riesgo que éste conlleva. No obstante, gracias a los nuevos medicamentos, la enfermedad puede cronificarse "sin grandes efectos secundarios" para la mayoría de los enfermos.
Según el paciente se utiliza un tipo u otro de inhibidor dependiendo de los efectos secundarios que pueda ocasionar, aunque el más utilizado es el imatinib (Glive), tratamiento de primera generación.
Así, a raíz de estudios realizados recientemente se ha visto que, si se retira el tratamiento a aquellos pacientes que han tomado el tratamiento como mínimo durante 8 años y que en los dos últimos años han tenido muy buena respuesta molecular, la mitad seguirán sin enfermedad y la otra mitad recaerán, aunque si se tratan de nuevo recuperarán la respuesta molecular anterior.
Ante este escenario, los expertos del Instituto de Investigación de la Leucemia Josep Carreras están trabajando sobre diferentes técnicas focalizadas en diferentes aspectos genéticos con el objetivo de encontrar algún marcador que pueda prever la respuesta futura de un paciente, es decir, determinar si el paciente podrá dejar de tomar el medicamento con éxito o no.
Además, también están analizando aquellos marcadores que determinan que un paciente no responda bien a los ITK de primera generación para poder tratarlos con los de segunda o tercera generación. "Si se pueden determinar estos marcadores, se ahorraría tiempo de evolución de la enfermedad, ya que desde el primer momento se trataría con la medicación más adecuada para el paciente", han explicado los expertos con motivo de la celebración, este viernes, del Día Mundial de la enfermedad.