MADRID, 9 Dic. (EUROPA PRESS) -
El optimismo y el pesimismo en el sentido estricto de la palabra se centra en la actitud de las personas hacia su futuro, generalmente esperando que suceda un mayor número de cosas deseables o indeseables. Teniendo esto en cuenta, los expertos clasifican a las personas en dos tipos: positivas (medicinales) y negativas (tóxicas).
De modo que la manera de afrontar los acontecimiento en la vida define cuál de los dos tipos de persona eres. Mucho se habla de cómo ambas actitudes pueden condicionar la salud de los demás, pero ¿cómo repercute en la salud de uno mismo?
Si hace un mes investigadores finlandeses nos explicaban cómo afecta ser pesimista a la salud, ahora un estudio realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, nos vienen a contar por qué ser optimista mejora la salud.
La investigación, publicada en 'American Journal of Epidemiology', afirma que tener una perspectiva optimista sobre la vida --una expectativa general de que van a pasar cosas buenas -- puede ayudar a las personas a vivir más tiempo.
El estudio ha encontrado que las mujeres que eran optimistas registraban un riesgo significativamente menor de fallecer de varias causas principales de muerte, como cáncer, enfermedad cardiaca, apoplejía, patología respiratoria e infección -- durante el periodo de evaluación que fue de ocho años --, en comparación con las mujeres que eran menos optimistas.
"Aunque la mayoría de los esfuerzos médicos y de salud pública se centran hoy en reducir los factores de riesgo para las enfermedades, la evidencia ha ido construyendo la idea de que mejorar la resistencia psicológica también puede marcar una diferencia", afirma el líder del estudio, Eric Kim, investigador del Departamento de Ciencias Sociales y del Comportamiento en Harvard.
"Nuestras nuevas conclusiones sugieren que debemos hacer esfuerzos para impulsar el optimismo, que se ha demostrado que está asociado con comportamientos más saludables y maneras más saludables de afrontar los desafíos de la vida", añade este investigador.
Anteriores estudios han demostrado que las mujeres que afrontan la vida con optimismo y tienen un carácter más alegre suelen tener unos hábitos alimenticios más saludables, tanto si se les anima a hacerlo como si lo deciden por su cuenta. Al respecto, la investigación detectó que los comportamientos saludables sólo explican parcialmente el vínculo entre el optimismo y la reducción del riesgo de mortalidad. "Otra posibilidad es que un mayor optimismo afecte directamente a nuestros sistemas biológicos", plantea Kim.
CASI UN 40% MENOS DE RIESGO DE MUERTE CARDIACA O RESPIRATORIA
El trabajo analizó datos de 2004 a 2012 de 70.000 mujeres inscritas en el 'Nurses 'Health Study', un estudio de larga duración de seguimiento de la salud de la mujer a través de encuestas cada dos años. Evaluaron los niveles de optimismo de las participantes y otros factores que podrían influir en cómo el optimismo puede afectar al riesgo de mortalidad, como la raza, la presión arterial alta, la dieta y la actividad física.
Las mujeres más optimistas (el cuartil superior) tuvieron un riesgo casi un 30 por ciento menor de morir por cualquiera de las enfermedades analizadas frente a las mujeres menos optimistas (el cuartil inferior), según el estudio. Las más optimistas registraban un 16 por ciento menos de riesgo de morir de cáncer; 38 por ciento menos de riesgo de morir por enfermedad cardiaca; 39 por ciento menos de riesgo de morir por accidente cerebrovascular; 38 por ciento menos de riesgo de morir por enfermedad respiratoria; y 52 por ciento menos de riesgo de morir por infección.
Mientras que otros estudios han vinculado el optimismo con menor riesgo de muerte temprana por problemas cardiovasculares, éste halló un vínculo entre el optimismo y la reducción del riesgo de otras causas importantes. "Estudios previos han demostrado que el optimismo puede alcanzarse con intervenciones relativamente sencillas y de bajo costo", dice la investigadora postdoctoral Kaitlin Hagan, coautora principal del estudio.
Como ejemplo de intervenciones Hagan señala "algo tan simple" como hacer que las personas escriban y piensen en los mejores resultados posibles para diversas áreas de sus vidas, como carreras o amistades. "Fomentar el uso de estas intervenciones podría ser una forma innovadora de mejorar la salud en el futuro", concluye.