MADRID, 9 Ago. (EUROPA PRESS) -
Inducir el parto en madres sanas primerizas en la semana 39 de embarazo da como resultado tasas más bajas de cesáreas en comparación con esperar a que el parto comience naturalmente, según un estudio multicéntrico financiado por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH).
Además, los bebés nacidos de mujeres inducidas a las 39 semanas no experimentaron más mortinatos u otras complicaciones graves de salud. "Este estudio tendrá un impacto significativo en la práctica de la obstetricia. Hasta ahora se pensaba que la inducción del parto, incluso a las 39 semanas, aumentaría la tasa de cesáreas y los problemas de salud derivados", explica en un artículo en la revista 'The New England Journal of Medicine' el autor principal del estudio, George Macones, jefe del Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis (Estads Unidos).
El parto por cesárea generalmente se considera seguro para la madre y el bebé. Sin embargo, el procedimiento implica una cirugía mayor y, por lo tanto, plantea un mayor riesgo de complicaciones y tiempos de recuperación más largos para las madres en comparación con las mujeres que parten por vía vaginal.
Estudios previos han demostrado que inducir el parto sin motivo médico a las 39 semanas plantea riesgos para la salud de los recién nacidos, principalmente porque los pulmones, el cerebro y otros órganos no se han desarrollado completamente. Pero las inducciones a las 39 semanas, una semana antes de la fecha prevista, se han vuelto más comunes en los últimos años, y los investigadores querían una mejor comprensión de los riesgos y beneficios para la madre y el bebé.
"Nuestro departamento ya está recomendando la inducción a las 39 semanas para mujeres embarazadas sanas. Algunas mujeres prefieren programar el parto porque les permite planear con anticipación. Por supuesto, las mujeres sin complicaciones en el embarazo pueden elegir cómo desean experimentar el parto, y respetamos sus deseos", comenta Macones.
El estudio incluyó a aproximadamente 6.100 madres sanas primerizas en 41 hospitales pertenecientes a la Red de Unidades de Medicina Materno-Fetal de Estados Unidos. Alrededor de la mitad de las mujeres embarazadas fueron asignadas al azar a la inducción del parto a las 39 semanas, mientras que la otra mitad esperó a que el parto comenzara de forma natural. Algunas mujeres del último grupo fueron inducidas después de las 39 semanas por razones médicas.
De los que fueron inducidas a las 39 semanas, 569 (18,6%) necesitaron cesáreas en comparación con 674 mujeres (22,2%) que dieron a luz por cesárea después de esperar que el parto ocurriera naturalmente, una diferencia que consideran "estadísticamente significativa".
Otros beneficios experimentados por las mujeres en el grupo de parto inducido incluyeron menores tasas de hipertensión relacionada con el embarazo y de infecciones posparto. Específicamente, 277 (9,1%) mujeres inducidas a las 39 semanas experimentaron problemas de presión arterial y 50 (1,6 por ciento) contrajeron infecciones después del parto, en comparación con 427 (14.1 por ciento) y 65 (2,1 por ciento) en el grupo de parto espontáneo.
Los bebés nacidos de ambos grupos de madres tenían los mismos riesgos de complicaciones, como la muerte del recién nacido, convulsiones, infección, lesiones y la necesidad de apoyo respiratorio infantil. De las mujeres en el grupo de parto inducido y el de espontáneo, 132 (4,3%) y 164 (5,4%), respectivamente, experimentaron complicaciones en el nacimiento que afectaron la salud de los bebés.