La incontinencia urinaria afecta a la calidad de vida y puede causar depresión

El 20% de los hombres que sufre incontinencia urinaria no acude al especialista por vergüenza, según expertas
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Publicado: viernes, 31 mayo 2019 18:14

Concluye en Bilbao la XXX edición del Congreso Nacional de TCE Y TES-Cuidados del Técnico en las Patologías Urológicas

BILBAO, 31 May. (EUROPA PRESS) -

La incontinencia urinaria afecta a la calidad de vida y puede causar depresión. Además, alrededor del 25% de las mujeres y el 20% de los hombres se ven afectados por la vejiga hiperactiva, según los expertos que han intervenido en la última jornada de la XXX edición del Congreso Nacional de TCE Y TES-Cuidados del Técnico en las Patologías Urológicas desarrollada en Bilbao entre el 29 y 31 de mayo.

En la cita anual, organizada por la Fundación para la Formación y Avance de la Enfermería, se han dado cita Técnicos de Enfermería y Técnicos en Emergencias Sanitarias de todo el Estado, además de otros expertos de carácter internacional.

La pérdida involuntaria de orina, definida como incontinencia urinaria, puede ser una de las secuelas de sufrir un ictus. Cuando se sufre este proceso se pueden producir daños en los centros cerebrales y afectar al control de la vejiga, lo que da lugar, la mayoría de las veces, a incontinencia urinaria.

Según los datos de 2018, este tipo de incontinencia puede afectar a entre 40% y 60% de los pacientes que ingresan en el hospital tras un ictus. Por lo general el 25% presenta este problema en el momento del alta y el 15% sigue con una incontinencia después de un año. La recuperación de la incontinencia puede mejorar la moral y la autoestima y, por consiguiente, acelerar la recuperación general del ictus, según Ángela Expósito, Mercedes Redondo y Ana María Ortiz, autoras de la ponencia Incontinencia urinaria después del ictus.

Los cuidados que reciben los pacientes con ictus e incontinencia urinaria, "raramente se adecuan a las recomendaciones marcadas por las guías clínicas", ya que se presta "muy poca atención" a la incontinencia a pesar de sus consecuencias, ya que repercute en el sueño, las actividades diarias y la calidad de vida, ya que produce "malestar físico" y afecta a "la vida social, las relaciones interpersonales". Además, la depresión es dos veces más frecuente en los supervivientes de un ictus que tienen incontinencia.

Las ponentes de este tema en el congreso han insistido en que "los objetivos del tratamiento y el tipo de terapia a aplicar deben ser individualizados" y es "un proceso limitado en el tiempo y que tiene como finalidad conseguir la máxima capacidad funcional, facilitando la independencia y la reintegración al entorno socio familiar y laboral, si es posible". Este proceso "debe implicar activamente al paciente y a su familiar, o cuidador principal en el tratamiento".

ELEVADO COSTE

La incontinencia urinaria supone "un elevado coste sanitario" originado por el consumo de fármacos, visitas médicas, evaluaciones diagnósticas, así como "un alto coste a nivel social en forma de absentismo y bajas laborales". Aproximadamente, entre 50 y 60 millones de personas padecen síndrome de vejiga hiperactiva en países industrializados, en concreto, en España un 12-22% de la población.

Según la Asociación Española de Urología, en torno al 25% de las mujeres y el 20% de los hombres se ven afectados por la vejiga hiperactiva. Sin embargo, no se diagnostica en todos los casos, "ya que la gente no le da toda la importancia que tiene o, con frecuencia, siente vergüenza en acudir al especialista", según han afirmado Joana Bauza Plomer, de la Residencia Santa Domingo, y Jeronia Llabres Moranta, del Hospital de Manacor, en Baleares.

Durante la presentación de su ponencia en la que explicaron La neuromodulación en el tratamiento de la incontinencia urinaria mixta y vejiga hiperactiva, han asegurado que "las causas de este trastorno urinario pueden ser muy diversas y entre ellas están las anomalías congénitas del tracto urinario inferior, la debilidad de los músculos pélvicos o nervios dañados que pueden enviar señales a la vejiga en el momento equivocado o no enviar ninguna señal en absoluto, de modo que el cerebro no puede saber cuándo la vejiga está llena".

Los denominados "escapes" pueden ocurrir cuando la medicación o el alcohol afectan los nervios o los músculos, por una infección, exceso de peso o sedentarismo. Existen diferentes tratamientos y estrategias de conducta para evitar las consecuencias, pero si estas estrategias no son suficientes "se puede intervenir con la conocida como terapia de neuromodulación de raíces sacras para ayudar al paciente a recuperar el control de su vejiga".

Otra de las alternativas en el tratamiento de la incontinencia urinaria de urgencia, para aquellos pacientes que no han tenido una respuesta adecuada a los fármacos o no los tolera, son las inyecciones de toxina botulímica.

Según los representantes del Hospital Universitario de Basurto, en Bilbao, Ángeles Alcalde, Carmen Martín, Marta Valencia y Virginia Prieto, el uso de la toxina botulínica en este tipo de incontinencia pretende "por un lado, paralizar el músculo detrusor, deteniendo las contracciones involuntarias que causan la urgencia, actuando sobre las neuronas motoras que lo controlan", y por otro, "inhibir las neuronas sensitivas que informan del llenado, aumentando la capacidad de la vejiga".

Dado que el efecto del fármaco es reversible y dura de seis a nueve meses, posteriormente se precisará repetir las inyecciones de toxina botulínica para volver al efecto paralizador. Una de las patologías más graves de la vejiga es la extrofia vesical, "una anomalía congénita que afecta al aparato urogenital y es considerada enfermedad rara".

En España, se da una prevalencia de uno por cada 35.000 recién nacidos vivos que sufren esta patología, y es hasta cinco veces más frecuente en pacientes varones. El último dato recogido de afectados en la población es inferior a 100 personas.

El diagnóstico se puede realizar mediante ecografía, entre las 15 y 32 semanas de gestación, durante los controles habituales, aunque es difícil determinarlo. Sólo el 50% se diagnostica durante el embarazo.

La cirugía puede hacerse de diferentes formas, y se debe adecuar a las necesidades y al sexo del recién nacido y depende de la técnica usada en la intervención pueden variar las medidas a tomar, la prolongación de los cuidados o el tiempo de retirada de los distintos drenajes. A pesar de ello y de las técnicas de reconstrucción en ocasiones se mantiene la incontinencia y son necesarias otras alternativas.

(EUROPA PRESS EUSKADI)

BI SAN 20190531181045 MGB/IDA