MADRID, 11 Dic. (INFOSALUS) -
El inconsciente y la intuición son dos herramientas poderosas del cerebro para hacer frente a los peligros reales o ficticios y a los retos del día a día, superarlos y reconocer también las cosas positivas que nos rodean. La cultura imperante cuando nacemos y todo lo aprendido a lo largo de la vida pueden contribuir a 'desajustar' estas valiosas brújulas vitales.
Según explica a Infosalus Mila Cahue, doctora en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid y autora de 'El cerebro feliz' (Paidós, 2015), estamos moldeados por las tendencias genéticas, y por la cultura, la educación que recibimos y las experiencias vividas. "Percibimos el mundo de una manera u otra según nuestra experiencia individual y a veces no favorece hacer caso a la intuición. La combinación equilibrada de razón y emoción nos da las claves más ventajosas para actuar en cada momento", apunta.
¿QUÉ ES EL INCONSCIENTE?
El inconsciente podría explicarse como todo aquello que sucede en nuestro cerebro sin que seamos conscientes de ello, ya sean pensamientos o procesos que están continuamente analizando el contexto, o conductas automatizadas. Estos automatismos nos ayudan cuando la acción o reacción debe ser instantánea o necesitamos poner nuestra atención consciente en otro aspecto del contexto en el que nos encontramos.
Las conductas automatizadas nos permiten interiorizar lo aprendido y ponerlo en práctica a la vez que realizamos otras tareas de forma consciente. Los problemas con el inconsciente pueden venir del hecho de que también automatizamos pensamientos y conductas negativas no saludables.
Estos automatismos o hábitos, tanto los positivos como los negativos, son tan potentes que resulta muy difícil eliminarlos o cambiarlos, y esto suele producirnos cierta pereza pues supone ser más conscientes para poder automatizar hábitos nuevos y que nos ayuden mejor. Aunque la intuición es más potente que el inconsciente pueden existir tensiones internas entre ambos que lleven a que el cuerpo te pida salir de una situación y el inconsciente te lleve a no hacerlo.
"Es lo que sucede, por ejemplo, en el caso de las relaciones de pareja dependientes o en las que existen malos tratos. Las víctimas han aprendido y automatizado conceptos erróneos del amor; las terapias pueden ayudar a sacar a flote estos pensamientos que producen 'cortocircuitos' entre intuición e inconsciente y que les impiden salir de una situación que va en contra de su supervivencia o bienestar", añade la autora, que en 2014 publicó 'Amor del bueno' con el sello JdJ Editores.
NUESTRO CEREBRO, UN ENORME ORDENADOR CUÁNTICO
La intuición se refiere a la enorme capacidad para operar que tiene nuestro cerebro para recoger datos en milisegundos y reaccionar ante el contexto con señales que nos ayudan a sobrevivir en lo cotidiano o a detectar los posibles peligros sean estos o no reales. "Con la intuición, el cerebro nos envía una señal no verbal adaptada al entorno en el que nos encontramos, y que a la vez es interpretada por nuestra experiencia (pensamientos). Esta señal no tiene por qué ser igual para todos pero aporta una información muy valiosa para cada persona".
En otras ocasiones es la falta de seguridad en nosotros mismos lo que hace que no sigamos estas intuiciones. Sucede así cuando alguien nos plantea lo opuesto a lo que intuimos o nuestra educación nos lleva a rechazar estas señales de nuestro cerebro dirigidas en último término a nuestra supervivencia y bienestar emocional. Entonces, Cahue advierte que si nos equivocamos es mejor hacerlo por errores derivados de decisiones propias y no ajenas, y así evitar lamentarnos después.
La intuición a través de nuestro cerebro nos envía señales físicas a través de las vísceras muy reconocibles como un malestar de estómago o un aumento del latido cardíaco que nos preparan ante una posible situación de huida física y nos llevan a reaccionar.
"La vida es nuestra experiencia individual, tenemos que seguir a nuestra intuición, equivocarnos, corregir, sobrevivir en las situaciones más óptimas, algo que satisface a nuestro cerebro y nos aporta felicidad", concluye Cahue.