MADRID, 8 Mar. (EUROPA PRESS) -
El carcinoma basocelular es el cáncer de piel más frecuente, muy por encima del melanoma, y cuando se detecta en fases avanzadas tiene un fuerte impacto emocional en los pacientes por la percepción de rechazo social y familiar, la vergüenza o la pérdida de autoestima ocasionados por las lesiones que se producen en la cara.
Cada año se detectan entre 100 y 200 nuevos casos por cada 100.000 habitantes, unos 100.000 en España, más que de otros tumores como los de mama o próstata, según ha destacado Pedro Redondo, coordinador del Grupo Español de Dermatología Quirúrgica, Laser y Oncología Cutánea de la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV).
Uno de los pacientes más conocidos a nivel mundial es el actor australiano Hugh Jackman, y su origen está relacionado con la exposición solar, lo que hace que en la mayoría de casos se caracterice por lesiones en el rostro (ojos, nariz, oídos, etcétera) que favorecen que su impacto emocional sea mayor.
Además, aunque en la mayoría de casos no resulta agresivo y es curable con cirugía y otras técnicas como electrocoagulación, crioterapia o tratamientos tópicos, en un pequeño porcentaje el abordaje se complica y evoluciona de una manera agresiva hasta una fase más avanzada.
"En ocasiones los tratamientos no funcionan y el tumor vuelve a salir, se considera incontrolable", ha destacado este experto en el encuentro 'Carcinoma Basocelular, tan frecuente como poco conocido', organizado en Madrid por la farmacéutica suiza Roche, que ha desarrollado el primer fármaco oral especifico para este tumor.
Es en estos casos cuando el impacto emocional de este tumor es mayor, asociándose a síntomas propios de la ansiedad o la depresión, según los resultados de una encuesta a 80 dermatólogos especializados en oncología cutánea presentados en este encuentro.
SIMILAR AL IMPACTO FÍSICO DEL TUMOR
De hecho, dicha encuesta muestra como este impacto emocional es similar al de los perjuicios ocasionados por la propia enfermedad (dolor, sangrado, exudado o mal olor de la lesión) o por las deformidades físicas que ocasiona, presentes en el 60 por ciento de los casos.
Así, tras estos problemas físicos los dermatólogos destacan la percepción de rechazo externo (54%), síntomas depresivos o ansiedad (50%), necesidad de cuidadores durante más tiempo (45%) o rechazo social y familiar (45%).
"Causa mucha desesperanza, viven los tratamientos anteriores como un fracaso y ven la enfermedad como una amenaza continua", ha explicado María Die Trill, directora del Instituto de Formación Psicooncológica Atrium.
Una situación que hace que estos pacientes se aíslen de su entorno social y familiar, participen menos en actividades de ocio o tengan problemas para continuar con su trabajo, reconoce esta experta.
Die Trill reconoce que en estos casos no siempre es necesario ofrecerles atención psicológica, si bien ofrece una serie de consejos a amigos y familiares para evitar que este aislamiento o sensación de desamparo vaya a más, como promover un contacto físico con el paciente para impedir que pueda sentirse rechazado.