MADRID, 11 Mar. (EUROPA PRESS) -
Los adultos que han experimentado abuso físico y sexual en la infancia tienen aproximadamente el doble de probabilidades de sufrir problemas de salud física y mental, según un nuevo trabajo de la Universidad de Toronto (Canadá) publicado en 'Child Maltreatment', que además afirma que los niños que no cuentan con una figura adulta protectora tienen enfrentan más problemas de salud en su vida adulta.
Las patologías asociadas a los abusos en la infancia incluyen angina, artritis, asma, EPOC, ataque cardíaco, depresión y discapacidad, incluso después de considerar la edad, la raza, los ingresos y los comportamientos de salud de los encuestados, así como la obesidad.
Además, el estudio da un paso más y señala que los niños que no contaban con un adulto protector en su hogar, independientemente de si habían sufrido abusos en la infancia, tenían entre un 20% y un 40% más de probabilidades de sufrir consecuencias adversas para la salud física y el doble de probabilidades de sufrir depresión en la edad adulta.
Según este trabajo, las personas que habían sufrido abusos sexuales, pero no abusos físicos, tenían entre un 55% y un 90% más de probabilidades de sufrir estos problemas de salud en comparación con sus pares que no habían sufrido ningún abuso. Los adultos que habían sufrido abusos físicos, pero no abusos sexuales, también tenían probabilidades significativamente más altas de sufrir estos problemas de salud en comparación con los que no habían sufrido abusos, pero las asociaciones eran más modestas (entre un 20% y un 50%).
"La gente no suele pensar en el impacto que las adversidades tempranas pueden tener en los resultados de salud más adelante en la vida", comenta la primera autora Shannon Halls, coordinadora de investigación en el Instituto de Ciclo de Vida y Envejecimiento de la Universidad de Toronto. "Nuestra investigación subraya las asociaciones perjudiciales entre las adversidades tempranas, como el abuso sexual y/o físico, y una amplia gama de problemas de salud en la edad adulta", añade.
Al explorar esta asociación, el estudio también examinó si la presencia de un adulto en el hogar que hiciera que el niño se sintiera seguro y protegido estaba asociada con mejores resultados de salud a largo plazo entre los niños que sufrieron abuso.
"Descubrimos que cuando los niños que sufrían abuso tenían un adulto protector en su hogar, el impacto negativo del abuso en su salud como adultos era menos severo", detalla la coautora Andie MacNeil, estudiante de doctorado en la Facultad de Trabajo Social Factor-Inwentash (FIFSW).
"Aunque se necesita más investigación para identificar los mecanismos precisos, es evidente que estas relaciones pueden desempeñar un papel clave en el apoyo a los niños y la mitigación de los efectos adversos del abuso sobre la salud", manifiesta. La presencia de un adulto protector no sólo era importante para los niños que habían sufrido abusos, sino también para los que no los habían sufrido.
Así, los niños que no contaban con un adulto protector en su hogar, independientemente de si habían sufrido abusos en la infancia, tenían entre un 20% y un 40% más de probabilidades de sufrir consecuencias adversas para la salud física y el doble de probabilidades de sufrir depresión en la edad adulta. "Lo que esto implica es que la falta de relaciones seguras y estables con los adultos puede ser tan perjudicial para la salud de los niños como el abuso físico", advierte la autora principal Esme Fuller- Thomson, profesora de la FIFSW y directora del Instituto de Curso de Vida y Envejecimiento de la Universidad de Toronto.
Los autores del estudio señalan la necesidad de que futuras investigaciones analicen específicamente estos hallazgos. "Será importante en futuras investigaciones investigar por qué algunos adultos en el hogar no protegen adecuadamente a los niños y discutir posibles intervenciones de prevención primaria que puedan ayudar a los padres a proporcionar un entorno más protector para los niños", finaliza el coautor Philip Baiden, profesor asociado en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Texas en Arlington.