MADRID 26 May. (EUROPA PRESS) -
Un trabajo internacional, en la que participan investigadores de la
Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el Instituto IMDEA-
Alimentación y el CSIC, ha identificado en el champiñón común
elementos reguladores de la expresión génica, tanto en el propio
champiñón como en humanos al ingerirlo.
Un equipo internacional ha secuenciado el RNA del champiñón común. Mediante herramientas de bioinformática y biología computacional (atendiendo a criterios de biogénesis y estabilidad), el trabajo describe fragmentos de RNA compatibles con elementos reguladores (microRNAs).
El estudio, publicado en el 'International Journal of Molecular Science', es uno de los primeros en identificar microRNAs en hongos comestibles, y plantea por primera vez una aproximación teórica que permite identificar las potenciales propiedades saludables de un alimento cuando están basadas en estos microRNAs.
En concreto, los investigadores lograron identificar cerca de dos millones de fragmentos de ARNs, de los cuales 37 con potencial actividad reguladora. "Una vez identificados, procedimos a la validación experimental de algunos de ellos y a identificar qué genes, tanto en el propio champiñón como en nuestro genoma tras su consumo, son susceptibles de regulación, lo que llamamos genes diana", han explicado los autores.
Así, agregan, observaron que en humanos podrían regular rutas tan importantes como las involucradas en procesos neurodegenerativos, infecciosos o de cáncer, y que coinciden con algunas de las propiedades saludables atribuidas a este alimento.
Hasta ahora solo se había identificado microRNAs en hongos comestibles del género Ganoderma, considerada como medicinal en la cultura asiática. MicroRNAs y alimentación Los microRNAs son elementos reguladores de la expresión génica.
Tienen un tamaño reducido, decenas de veces más pequeños que el de sus 'primos mayores' los RNA mensajeros, que son las moléculas que llevan las instrucciones para la síntesis de proteínas (conocidas ahora por ser la base de las vacunas contra el COVID).
Estas pequeñas moléculas de RNA están presentes en todos los alimentos son las señales que utilizan todos los seres vivos para regular la expresión de los genes, viniendo a ser como los 'directores de la orquesta'. Existe un número creciente de evidencias que apuntan a que los microRNAs presentes en los alimentos pueden resistir la digestión, pasar al torrente circulatorio y podrían regular la manera en que se expresan nuestros genes.
Desde el punto de vista agronómico, conocer las rutas controladas por estos elementos puede abrir la posibilidad de su uso como reguladores del crecimiento y combatir enfermedades propias del cultivo, reduciendo el uso de moléculas químicas. "En el futuro, y si los fondos económicos lo permiten, se tendrá que comprobar experimentalmente la validez de estos resultados, su estabilidad a distintos tratamientos culinarios y determinar cuál es la ingesta necesaria para alcanzar los efectos predichos", han zanjado los autores.