MADRID, 6 Nov. (EUROPA PRESS) -
La agresión y la autolesión suelen presentarse simultáneamente en personas con antecedentes de traumas en la infancia; una conexión que ha sido documentada en gran medida mediante autoinformes en entornos de investigación y clínicos.
Pero, además de esta conexión, las personas tratadas por lesiones autoinfligidas tienen cinco veces más probabilidades de incurrir en agresividad excesiva, según un nuevo estudio del Centro de Investigación en Neurobiología de VTC (Virginia Tech) de Estados Unidos.
Sora Shin, profesora adjunta del Instituto de Investigación Biomédica Fralin del Centro de Investigación en Neurobiología de VTC, identifica un circuito cerebral que se modifica tras un traumatismo en un nuevo estudio publicado en 'Science Advances'.
"Nuestros hallazgos sugieren que la agresión y la autolesión pueden parecer comportamientos muy diferentes, pero en realidad podrían compartir una base neuronal común", aporta Shin. "Ambas pueden existir a lo largo de un continuo arraigado en la forma en que el cerebro procesa las señales de dolor.
Shin y su equipo investigan cómo las adversidades en la infancia provocan cambios cerebrales que resultan en conductas desadaptativas en la edad adulta. Su investigación anterior examinó cómo el trauma temprano contribuye a los atracones en la edad adulta y cómo el estrés influye en la alimentación emocional.
Utilizando modelos de ratones, Shin descubrió que tanto los traumas en la primera infancia como la hiperactividad de un canal de calcio específico en las neuronas a lo largo de la vía cerebral que une el núcleo reuniens y el hipocampo aumentan el riesgo de agresión impulsiva y comportamiento autolesivo.
El núcleo reuniens conecta la corteza prefrontal con el hipocampo y participa en la memoria, la emoción y la toma de decisiones. La desregulación de esta región se ha relacionado con la impulsividad y los comportamientos asociados a la ansiedad.
En este estudio, Shin identificó canales de calcio específicos dentro de esta vía que son fundamentales para el desarrollo de la agresión y la autolesión. "El trauma, de hecho, aumentó la actividad del canal", asegura Shin. "Ha alterado las propiedades cerebrales y moleculares y ha provocado la hiperactivación de la neurona. La actividad excesiva en ese circuito aumenta la susceptibilidad a la agresión y la autolesión".
La investigación también descubrió que el dolor, incluido el dolor emocional, puede servir como puerta de entrada para que surjan estos comportamientos. Al identificar la conexión neurológica entre el trauma temprano y sus impactos, el estudio ofrece una comprensión más profunda que va más allá de las evaluaciones subjetivas y autoinformadas.
"La agresión, especialmente la agresión patológica, es un problema social crítico que puede tener graves consecuencias en nuestra sociedad", insist Shin. "Las autolesiones también son una preocupación apremiante en muchas poblaciones clínicas. Nuestro estudio ofrece una visión más abierta y activa de las bases neuronales que subyacen a estos resultados y, en última instancia, puede orientar el desarrollo de terapias más eficaces", concluye la experta.