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MADRID, 23 (EUROPA PRESS)
Los niños muy pequeños, incluso los bebés, pueden darse cuenta de que otras personas ven el mundo de forma diferente a como lo hacen ellos, según un estudio de la Academia Húngara de las Ciencias en Budapest (Hungría) que se publica en la revista 'Science'.
Parece que los bebés hacen este descubrimiento de forma automática, sin esfuerzo. La capacidad para inferir las intenciones y creencias de los otros, a menudo conocida como 'teoría de la mente', es una parte esencial de las interacciones sociales y podría haber sido un aspecto central en la evolución de las sociedades humanas cooperativas.
Hasta hace pocos años, se aceptaba de forma general la teoría de que las capacidades de la mente no surgían hasta que los niños tenían tres o cuatro años de edad. Desde entonces, una variedad de estudios con múltiples métodos ha sugerido que los humanos mucho más jóvenes podrían en realidad poseer esta capacidad.
Los científicos, dirigidos por Ágnes Melinda Kovács, han diseñado un nuevo método para resolver esta cuestión y lo aplican tanto a adultos como a bebés de siete meses.
Los experimentos suponían mostrar al sujeto una serie de vídeos animales en los que una pelota primero rueda detrás de un pequeño muro y después se queda allí, rueda fuera de la vista o rueda lejos y regresa. Un persona de dibujos animados observa diferentes intervalos del proceso. Al final de cada vídeo, los investigadores medían cuánto tiempo tardaban los sujetos en detectar la pelota. En el caso de los bebés, los investigadores inferían esto en relación al tiempo que tardaban los bebés en desviar la vista de la pantalla.
Los tiempos de reacción de adultos y bebés eran más rápidos cuando la creencia del personaje de dibujos animales sobre la localización de la pelota se correspondía con la localización real del balón. Esto era así incluso cuando el personaje animado había dejado la pantalla al final del vídeo.
El equipo de Kovács concluye que a partir de los siete meses el ser humano percibe automáticamente el punto de vista de otras personas e incluso cuando estas otras personas no se encuentran ya presentes, las personas siguen recordando sus creencias como representaciones alternativas del mundo.