MADRID, 10 Mar. (EUROPA PRESS) -
Investigadores estadounidenses han descubierto niveles más reducidos de la hormona del estrés en los descendientes de los supervivientes al Holocausto, una huella biológica de la experiencia traumática que sufrieron sus antepasados que podría predisponerles a un mayor riesgo de ansiedad.
El trabajo, cuyas conclusiones publica el portal 'Scientific American', ha sido llevado a cabo por un grupo de científicos del Icahn School of Medicine del Hospital Mount Sinai y el Veterans Affairs Medical Center en Nueva York (Estados Unidos), que en un trabajo previo habían determinado que los supervivientes a los campos de concentración nazis tenían alteradas estas hormonas, en comparación con otros judíos de su misma edad.
En dicho estudio, vieron que los supervivientes tenían niveles más bajos de cortisol, una hormona que ayuda al cuerpo a recuperar la normalidad después de una situación traumática. Y en los que sufrieron el llamado trastorno de estrés postraumático (TEPT), los niveles eran aún más bajos.
Ahora, este nuevo estudio en descendientes de los supervivientes al Holocausto confirma esa menor presencia de esta hormona, lo que muestra como los efectos de ciertas experiencias traumáticas durante la infancia y la adolescencia puede perdurar en el tiempo e incluso transmitirse a las generaciones venideras.
En concreto, vieron que, al igual que sus padres, muchos tienen niveles más bajos de cortisol, en especial cuando sus madres presentaban una experiencia de estrés postraumático.
Aunque la explicación de este déficit no está del todo claro, los autores lo atribuyen a la presencia de una enzima que podría descomponer el cortisol.
Además, los autores creen que el efecto podría producirse durante su presencia en el útero materno, ya que dicha enzima se encuentra en niveles más elevados en la placenta para proteger al feto del cortisol circundante de la madre.
Los cambios epigenéticos sirven para preparar biológicamente a los descendientes a un entorno similar al de los padres, ha explicado Yehuda, que de hecho atribuye a esta huella biológica a un mayor riesgo de estrés y otros síndromes metabólicos como la obesidad, la hipertensión o la diabetes.
Sin embargo, añade, todavía es demasiado pronto para saber con seguridad si estos cambios moleculares tienen repercusiones reales en la salud de estos descendientes. "Estamos justo al principio de poder entenderlo", ha reconocido.