MADRID, 6 Abr. (EDIZIONES) -
Los cambios atmosféricos tienen un efecto sobre nuestro cuerpo, sobre nuestra salud y estado general. Hay personas a las que les duele la cabeza, o una articulación cuando va a cambiar el tiempo, o simplemente les cambia el ánimo; pero también hay personas que sufren de astenia primaveral, o a las que el invierno y los días de lluvia no les sientan bien y les entristecen.
Estos fenómenos responden a una disciplina sobre la que poco a poco se está trabajando más, la 'meteorosensibilidad', y que pretende dar respuesta a cómo los cambios atmosféricos impactan en nuestro organismo, pero también el cambio climático, del que somos cada vez más protagonistas, y que ya está afectando a nuestra salud.
Con este ánimo la física y meteoróloga Mar Gómez ha publicado 'Meteorosensible' (Península), empujada por su curiosidad científica al ver cómo el cambiarse de domicilio había provocado, entre otros factores, que su cuerpo respondiera más al tiempo más seco y a los vientos del lugar.
Así, y en una entrevista con Infosalus, explica que ser meteorosensible se corresponde con aquellas personas que tienen una cierta sensibilidad frente al cambio de los parámetros atmosféricos como la temperatura, la humedad, el viento, o la presión. "Cuando se experimentan cambios en estos parámetros nos encontramos peor", afirma, sobre este término que empezó a manejarse en torno a los años 40 del siglo pasado.
Estima que entre un 30 y un 60% de la población lo es, afectando en especial a las mujeres, sobre todo durante la menstruación o la menopausia, y a las personas de edades más avanzadas. Dice que los cambios específicos del tiempo, además, pueden llegar a experimentarse hasta dos días antes de que tengan lugar.
CUANDO SALIMOS DEL 'CONFORT CLIMÁTICO'
Ahora bien, hay un concepto, el 'confort climático', según prosigue, con temperaturas entre los 20-25 grados, una humedad entre el 40 y el 70%, presiones atmosféricas normales, poco viento y poca contaminación, y en el que estamos a gusto.
"Pero los meteorosensibles, cuando salimos de estos valores, podemos experimentar algunos problemas en nuestra salud física y mental. Presentamos cierta sensibilidad a los cambios en algunas variables meteorológicas --como la humedad, la temperatura, la presión atmosférica, o el viento--que favorecen la aparición de dolencias físicas y de estados psicopatológicos", advierte Gómez.
A nivel físico apunta esta física a las enfermedades reumatológicas, tanto a la artrosis como a la artritis reumatoide, cuyos pacientes pueden empeorar la percepción de los síntomas cuando hay cambios en la presión atmosférica. "Con las borrascas las personas con migrañas también pueden agravar sus síntomas durante los episodios; de hecho, hay estudios que vinculan el aumento de medicación con esas bajadas de presión. Se ha visto que el 75% de los pacientes experimentaban problemas en sus episodios de migraña cuando descendía la presión", precisa.
EL CALOR Y LA PRESIÓN ATMOSFÉRICA
Con las temperaturas muy elevadas, aparte de estar vinculadas con problemas físicos --como golpes de calor, náuseas, mareos, calambres--también se relacionan con el estar más irritable, apático, o enfadado, según defiende esta meteoróloga y, por ejemplo, advierte de que en aquellas personas con una predisposición a la agresividad y a la delincuencia lo son más durante las olas de calor. ¡Mucho cuidado en los días donde los termómetros son elevados!
A su vez, subraya que el calor puede producir efectos graves en nuestra salud, y esto se puede manifestar en un empeoramiento de enfermedades cardiovasculares, en calambres, en agotamiento, o hipertermia. También se produce deshidratación, así como un empeoramiento de las patologías respiratorias, en la aparición del estrés térmico, de insolaciones o de problemas renales, o bien en trastornos electrolíticos.
Igualmente, destaca esta experta que puede dar lugar a problemas de memoria, de atención, de capacidad de reacción, o bien dificultades para dormir (¿a quién no le cuesta dormir bien los días de más calor?), que pueden empeorar ciertas condiciones de salud mental en las personas más vulnerables.
EL CASO DE LA ALTITUD
Como curiosidad, Mar Gómez resalta que nuestro cuerpo y nuestra mente también reaccionan a los cambios de la presión atmosférica con la altitud, desde el mero hecho de que se taponen nuestros oídos, como cuando estamos en el coche y vamos por un puerto de montaña o en el mismo avión, hasta sufrir hipoxia por una falta de suministro de oxígeno en nuestros tejidos: "A este efecto que genera la altitud en nuestro organismo se le conoce como 'mal de altura o de montaña', y puede afectar negativamente al estado de ánimo y aumentar el riesgo de sufrir depresión".
Por otro lado, llama la atención esta física sobre algunos tipos de viento, debido a la ionización positiva de las masas de aire que transportan, pueden producir efectos en nuestro cuerpo y agravar ciertos aspectos de la salud mental: "Esta ionización, asociada a fenómenos como el efecto foehn, produce en ciertas personas agotamiento, cefalea, irritabilidad, hiperactividad, o falta de coordinación, e incluso puede afectar al trastorno afectivo estacional y aumentar el riesgo de suicidios. Las investigaciones revelan que, aunque el exceso de iones positivos en el aire afecta a todas las personas, una cuarta parte de la humanidad es extraordinariamente sensible a ellos".
EL AIRE CONTAMINADO Y EL CAMBIO CLIMÁTICO
En último lugar, esta física y meteoróloga recuerda que la OMS calcula que cerca del 90% de las personas del mundo respiran aire contaminado, siendo además este fenómeno el responsable de 4,2 millones de muertes anuales a nivel mundial. Según advierte Gómez, el aire contaminado favorece un repunte en los problemas respiratorios, afectando al deterioro cognitivo, y a la concentración también.
De hehco, en el caso del cambio climático, favorecido por esta contaminación atmosférica, lamenta que a día de hoy ya nos influye de forma notable en nuestra salud: "El primer aspecto, el planeta se calienta muy rápido y nuestro cuerpo debe adaptarse a ello, e indirectamente nos enfrentamos a la solastalgia o ecoansiedad, porque habrá fenómenos meteorológicos extremos que afecten, por ejemplo, a tu salud mental".
Después, señala que el calentamiento global nos puede traer nuevas enfermedades; aparte de que seguimos deforestando a pesar de toda esta situación, haciendo que los hábitats de algunas especies se pierdan y deban reubicarse. A su vez, recuerda que el cambio climático funde el permafrost, en las regiones más frías del planeta, donde hay virus extintos sin posibilidad de contagio ahora mismo, que ya estaban erradicados, "pero no sabemos qué pasa ahí y si podremos encontrar cierto riesgos".
A su vez, resalta que estos cambios en el clima, con el aumento de las temperaturas y la variación en las precipitaciones, pueden alterar el hogar de ciertos mosquitos, transmisores de enfermedades como el dengue, la malaria, la fiebre del Nilo Occidental, el zika, o el chikungunya. "Estas enfermedades ya aparecen en regiones donde antes no se encontraban, como en nuestro país, y desaparecen de las regiones que solían verse afectadas por ellas", concluye Mar Gómez.