MADRID 29 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un artículo publicado recientemente en la 'Revista Española de Cardiología' (REC) ha puesto de manifiesto que los pacientes con hiperglucemia ingresados tras sufrir un síndrome coronario agudo (también denominado infarto o angina inestable) presentan una tasa de mortalidad del 23,3 por ciento frente al 11,2 por ciento de los que no manifiestan estos índices hiperglucémicos.
El estudio, llevado a cabo por investigadores del Departamento de Cardiología del Centro Hospitalario de Coimbra de Portugal, ha analizado un total de 2.043 pacientes ingresados por SCA y sin diabetes mellitus conocida entre 2007 y 2013. Para ello, la población se dividió en cuartiles, en función de los niveles de glucosa en sangre en el momento del ingreso, coincidiendo el cuartil 4 con la hipoglucemia.
A todos ellos se les realizó una prueba de sobrecarga oral de glucosa el tercer o cuarto día de ingreso y con la que se permitió establecer el diagnóstico de diabetes en el 43,1 por ciento de los pacientes del cuartil 4.
Tras el alta hospitalaria, a un 59 por ciento de los pacientes de este cuartil se les prescribió insulina y antidiabéticos orales. "Este porcentaje tan alto demuestra que, antes del ingreso, los pacientes hiperglucémicos no sabían que padecían dicho trastorno metabólico, por lo que se deberían controlar mejor los niveles de glucosa en la población general", ha explicado la presidenta la Sección de Cardiopatía Isquémica y Cuidados Agudos Cardiovasculares de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), la doctora Rosa María Lidón Corbí.
Además, en el estudio también se ha demostrado que después del alta, los pacientes con índices de hiperglucemia reciben menos inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina, los 'IECA's' y 'ARA-II', ambos responsables no solo de la reducción de la tensión arterial, sino que son fármacos útiles en la prevención secundaria.
De hecho, este tratamiento es el que mejora la supervivencia del paciente, por lo que "la no-prescripción de dicha medicación tras el alta puede colaborar a la peor evolución e incluso, al aumento de la mortalidad en los pacientes hiperglucémicos, ya que no reciben toda la medicación recomendada en las Guías de Práctica Clínica de las diferentes Sociedades Científicas", ha asegurado la doctora.
LA DIABETES, UN FACTOR DE RIESGO PARA LA SALUD CARDIOVASCULAR
La hiperglucemia es un aumento anormal de los niveles de glucosa en sangre debido a la poca segregación de insulina, una hormona producida por el páncreas que ayuda al cuerpo a usar la glucosa (o azúcar) como energía y por tanto, a reducir sus niveles en sangre.
Los niveles óptimos de glucosa en sangre son de 70 a 100 mg/dl en ayunas y menores a 140 mg/dl después de comer, unas cifras que pueden verse alteradas cuando el cuerpo no fabrica suficiente insulina o no la usa de manera adecuada, provocando un aumento de los niveles de glucosa en sangre.
A este respecto, la Sociedad Iberoamericana de Información Cientifica (SIIC) ha publicado un estudio donde se evidenciaba que un estado leve de inflamación predice la aparición de diabetes. "A su vez la diabetes potencia los mecanismos de inflamación y ésta se relaciona directamente con el proceso de ateroesclerosis y su complicación, la aterotrombosis", ha afirmado Lidón Corbí.
Actualmente no está claro si la hiperglucemia en sí, en un paciente no diabético, es causa directa de la mala evolución clínica o es un marcador de una enfermedad más grave. Sin embargo, "los resultados del presente estudio corroboran que los índices elevados de glucosa empeoran la evolución y el pronóstico de los pacientes con síndrome coronario agudo, no solo los que presentan unos niveles de glucosa superiores a 180 mg/dl, sino también aquellos con mayores variaciones de la glucemia durante el ingreso", ha señalado la experta.
Por ello, la SEC recomienda controlar los niveles de glucosa, siempre mediante una meticulosa monitorización, evitando la disminución pronunciada y rápida de los valores de glucosa, y aconseja que tanto los pacientes diabéticos como aquellos que no lo son, controlen los factores de riesgo cardiovascular (colesterol elevado, hipertensión, diabetes, tabaquismo y sedentarismo) y lleven una vida saludable mediante una alimentación equilibrada y la realización de ejercicio físico regular.