MADRID, 23 May. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio del Programa de Influencias Ambientales en los Resultados de Salud Infantil (ECHO) de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos sugiere que los cambios de peso corporal en la primera infancia podrían estar asociados con el riesgo de obesidad posterior. Esta investigación colaborativa se publica en 'JAMA Network Open'.
El estudio rastreó el índice de masa corporal (IMC) de niños desde la infancia hasta los 9 años y halló dos patrones de crecimiento distintos. La mayoría de los niños siguió una curva típica, con un IMC que disminuyó en la primera infancia antes de volver a aumentar gradualmente. Sin embargo, un grupo más pequeño siguió una trayectoria marcada por un aumento pronunciado del IMC, lo que los expuso a un mayor riesgo de desarrollar obesidad a los 9 años.
De esta forma, los investigadores encontraron dos patrones principales de crecimiento del IMC en niños. La mayoría (89,4%) presentó un patrón típico, en el que su IMC disminuyó entre los 1 y los 6 años, para luego aumentar lentamente. Un grupo más pequeño (10,6%) presentó un patrón atípico, en el que su IMC se mantuvo estable entre los 1 y los 3,5 años, para luego aumentar rápidamente entre los 3,5 y los 9 años. A los 9 años de edad, los niños del grupo atípico tenían más probabilidades de desarrollar obesidad, con un IMC promedio superior al percentil 99.
Varios factores de la vida temprana se asociaron con el riesgo de que el niño desarrollara obesidad, incluidos el alto peso al nacer, el tabaquismo materno durante el embarazo, el IMC materno elevado antes del embarazo y el aumento excesivo de peso materno durante el embarazo.
La obesidad infantil, definida como un IMC igual o superior al percentil 95 para la edad y el sexo del niño, suele ser consecuencia del exceso de grasa corporal. Sin apoyo ni intervención, los niños con patrones de IMC más altos en la infancia tienen mayor probabilidad de mantener ese peso en la adolescencia y la edad adulta, lo que aumenta su riesgo de desarrollar enfermedades graves como diabetes y cardiopatías.
"El hecho de que podamos identificar patrones inusuales de IMC ya a los 3,5 años muestra lo crucial que es la primera infancia para prevenir la obesidad", declara el investigador de ECHO, Chang Liu, de la Universidad Estatal de Washington.
El estudio incluyó a 9483 niños de Estados Unidos que forman parte de la cohorte ECHO. Los investigadores analizaron datos de peso y estatura recopilados a lo largo del tiempo a partir de historiales médicos, informes de cuidadores y mediciones realizadas en persona o en casa. Monitorearon cómo cambiaba el IMC de los niños a medida que crecían y buscaron patrones relacionados con experiencias tempranas en la vida.
"Nuestros hallazgos sugieren que existen oportunidades importantes para reducir la obesidad infantil, como ayudar a las mujeres embarazadas a dejar de fumar y controlar un aumento de peso saludable, además de monitorear de cerca a los niños que muestran signos tempranos de un aumento de peso rápido", destaca Liu.