MADRID, 27 Jun. (EDIZIONES) -
La hidronefrosis congénita es la anomalía fetal que se detecta con más frecuencia en las ecografías prenatales (2,3%). Se trata de la dilatación del riñón o de sus vías urinarias (la pelvis renal y los cálices renales), que puede llegar incluso a condicionar un deterioro de la función del riñón afecto, e incluso su anulación completa del mismo.
"La mayoría de las hidronefrosis son unilaterales (afectan solo a un riñón) y el riñón más frecuentemente afecto es el izquierdo, con una relación 3:2 sobre el derecho. Solo un 5-10% son bilaterales, y hay un predominio en varones (65%)", aclara en una entrevista con Infosalus el doctor Agustín Serrano Durbá, jefe de sección de Urología Infantil del Hospital Universitario y Politécnico de la Fe de la Valencia.
Habitualmente se trata de una patología asintomática, sobre todo en la infancia, informa el también coordinador nacional de Urología Pediátrica de la Asociación Española de Urología y del Grupo Español de Urología Pediátrica, así como urólogo infantil del Hospital Casa de Salud de Valencia, dado que es una dilatación progresiva y muy lenta (al contrario de lo que sería un cólico renal producido por una obstrucción aguda).
Hoy en día, dado que en nuestro medio todas las gestaciones son controladas con ecografías, la mayor parte de la hidronefrosis se diagnostican antes del nacimiento y no se da lugar a que aparezcan síntomas derivados de la obstrucción a largo plazo, celebra este experto.
Sin embargo, sí advierte de que si la hidronefrosis es de larga evolución, además de poder llegar a anular el riñón, puede cursar con infección severa del riñón obstruido (pionefrosis), e incluso sepsis (infección generalizada en el organismo), o con cálculos renales por estasis de la orina retenida en el riñón.
"La obstrucción crónica mantenida da lugar a una dilatación progresiva del riñón con adelgazamiento del parénquima (tejido del riñón) y la pérdida de nefronas (unidades que lo conforman), lo que supone la pérdida progresiva de la función de ese órgano, por lo que la cirugía debe realizarse pronto, una vez se completa el diagnóstico, pero no de forma urgente. En el largo plazo además de la anulación del riñón, puede dar lugar a infección, sepsis, litiasis, entre otras complicaciones", señala.
En general, el pronóstico es bueno, celebra el doctor Serrano, si bien apunta que éste depende del momento en el que se diagnostica la patología y se trata: "Hay que aclarar que el objetivo de la cirugía no es mejorar la función del riñón, porque el daño renal ya está hecho, sino evitar el deterioro progresivo en la función del riñón, que se produciría si no se opera".
¿Y SUS CAUSAS?
Sobre las causas de la hidronefrosis congénita este experto resalta que hay que distinguir entre lo que llamamos ‘ectasia renal’ o dilatación de la vía urinaria sin obstrucción (habitualmente temporal y de resolución espontánea), y la hidronefrosis, término que habitualmente se emplea para referirnos a una dilatación debida a una obstrucción de la vía.
"La mayor parte de las ectasias detectadas en el embarazo son debidas a una adecuación temporal entre el flujo de orina y el calibre de las vías, y acaban resolviéndose solas", apostilla el jefe de la sección de Urología del Hospital La Fe de Valencia, y coordinador nacional de Urología Pediátrica de la Asociación Española de Urología y del Grupo Español de Urología Pediátrica.
La causa más frecuente de hidronefrosis (90%) durante el embarazo y en la infancia es la estenosis congénita de la unión pieloureteral, es decir, la estrechez en la unión entre la pélvis renal y el uréter, sostiene este urólogo. Esto es debido, según prosigue, a que el uréter tiene un origen embriológico diferente al riñón y cuando asciende para unirse al riñón se produce una estenosis (estrechamiento) en la luz de esta zona. "Esto hace que la orina pase de forma muy forzada por el mismo, y origine una dilatación progresiva del riñón sometido a una hiperpresión", agrega.
Existen otras causas congénitas menos habituales (10%), como son el cruce de un vaso sanguíneo que acoda la unión pieloureteral (unión entre la pelvis renal y el uréter) o la existencia de válvulas, así como unos repliegues en esta zona que dificultan el tránsito de la orina, o bien cálculos u otras causas, menciona este experto.
¿CÓMO SE REALIZA EL DIAGNÓSTICO?
El primer diagnóstico suele hacerse por el ginecólogo durante la ecografía de control en el embarazo; si bien el urólogo infantil del Hospital Casa de Salud de Valencia señala que, sin embargo, es aconsejable que las gestantes con dilatación de las vías urinarias acudan ya al urólogo infantil para ir orientando el proceso y, en gran medida, para informar y orientar a los padres.
"Habitualmente, la hidronefrosis no es causa de adelanto del parto, ni mucho menos de interrupción del embarazo, ni siquiera en los casos bilaterales. Tras el nacimiento habrá que realizar nuevas ecografías para reevaluar el grado de hidronefrosis y, en función de la misma, el urólogo infantil o el pediatra prescribirán una dosis mínima de antibiótico tomado como profilaxis para evitar la infección de la orina retenida hasta que se descarte que se trata de una obstrucción, o hasta que se corrija el problema obstructivo, habitualmente por cirugía", remarca el doctor Serrano.
En los casos con una alta sospecha de obstrucción, el urólogo solicitará a partir del mes de vida otros estudios de medicina nuclear, el renograma y la gammagrafía, capaces de informar de la funcionalidad de cada uno de los dos riñones por separado, y de verificar cómo es el paso de orina por la unión pieloureteral.
¿TIENE TRATAMIENTO?
Con ello, el doctor Serrano manifiesta que, de descartarse la obstrucción (ectasia no obstructiva), se suspenderá la profilaxis antibiótica; o bien, de confirmarse estará indicada la cirugía, que se debe realizar de forma temprana en cuanto se confirma, que es habitualmente alrededor del mes de vida.
"El tratamiento de la hidronefrosis por estenosis congénita de la unión pieloureteral es siempre quirúrgico, la ‘plastia pieloureteral’, que en función de la edad y del tamaño del niño, se puede realizar por vía abierta o por vía laparoscópica, o incluso por cirugía robótica. No obstante, todas son distintas vías de acceso para realizar la misma operación: extirpar la zona estrecha y anastomosar (volver a unir la pelvis renal con el uréter)", detalla este especialista.
A los padres les asusta lo de tener que realizar estudios de medicina nuclear a un niño tan pequeño, reconoce este experimentado urólogo infantil, si bien tranquiliza a los mismos señalando que, en realidad, "la radiación de estas pruebas es muy baja", y "es más la ventaja de realizarla que los riesgos de la misma".
Normalmente, dice que con las ecografías se produce la "irradiación cero", y en el renograma y en la gammagrafía se aporta a los menores la "mínima irradiación", ya que con ésta es suficiente para el diagnóstico. "No solicitamos otros estudios como podría ser un escáner o un TAC, ya que suponen una dosis de radiación más alta", aclara.
Otra de las cosas que intranquiliza a los padres, según continúa el doctor Serrano Durbá, es la toma diaria de antibióticos (profilaxis nocturna). A este respecto, como siempre en medicina, insiste en que es mayor el beneficio de su toma que los riesgos de tomarlo, o que el riesgo de infección renal o de sepsis perinatal por no tomar antibiótico profiláctico.