Leishmaniasis: ¿cómo se transmite?

Leishmaniasis
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Actualizado: martes, 23 febrero 2016 12:32

   MADRID, 23 Feb. (EDIZIONES) -

   La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que cada año se producen 1,3 millones de nuevos casos y entre 20.000 y 30.000 muertes derivadas de la leishmaniasis en todo el mundo. Se trata de una enfermedad por protozoos de la especie 'leishmania', parásitos que tienen preferencia por las vísceras y la piel y por ello se distingue entre leishmaniasis viscerales y cutáneas.

   Según explica a Infosalus el profesor Antonio Osuna, director del Instituto de Biotecnología de la Universidad de Granada y catedrático de Parasitología, la infección se da en todas las zonas templadas como la cuenca mediterránea, el Medio y Extremo Oriente y América. Se ha detectado ya en perros por Estados Unidos en zonas en las que el clima no era propicio y los insectos transmisores, denominados flebótomos, no abundaban.

   Los flebotomos o 'Lutzomyia', dependiendo que sean del viejo o nuevo mundo, son unos insectos dípteros similares a los mosquitos aunque más pequeños que cuando pican a animales reservorios de la 'leishmania', como zorro, conejos, liebres o ratas, se infectan con el parásito y éste se multiplica en el sistema digestivo del insecto.

   Es sólo la hembra del insecto la que puede transmitir la enfermedad tras desarrollar una especie de tapón de protozoos parasitarios en su trompa que al volver a picar a otro animal o persona pasa a los tejidos de la epidermis donde es fagocitado por los macrófagos del sistema inmune en los que se reproduce. Los parásitos pasan así a la piel y los órganos internos como el hígado o medula ósea del animal o persona infectada.

   En el caso de las personas con un sistema inmune normal los síntomas pueden no manifestarse y la infección mantenerse latente en el organismo durante años. Sin embargo, cuando existe una inmunidad comprometida debido a algún tratamiento farmacológico, enfermedad inmune o un organismo más frágil, como sucede en los mayores o los menores de edad, la enfermedad suele producir síntomas que van desde los más leves a los más graves dependiendo del estado fisiológico o de la especie de leishmania.

   Los flebotomos ponen sus huevos en el humus, materia orgánica en descomposición, el estiércol y en lugares como las oquedades de las carreteras. Se estima que existen 14 millones de personas parasitadas en todo el mundo. Las condiciones sanitarias personales, como una mejor alimentación, higiene o la cantidad de insectos existentes en el ambiente, hacen que se manifiesten o no síntomas graves.

   El parásito es uno de los de mayor virulencia e incidencia, según la OMS, ya que en algunas especies de leishmania del nuevo mundo puede llegar a atacar el cartílago de nariz y orejas y dejar mutilaciones similares a las de la lepra.

PRIMEROS SÍNTOMAS DE CONTAGIO

El síntoma inicial de la forma visceral de la enfermedad suele ser una febrícula en los primeros meses, un estado de mal cuerpo, atonía y después trastornos como la hepatomegalia o esplenomegalia (aumentos en tamaño del hígado y bazo, respectivamente).

   En el caso de la leishmaniasis cutánea, puede aparecer una pequeña roncha que tarda en curar y que da paso a una ulceración que se abre como un forúnculo purulento con una capa cérea y que puede tardar años en desaparecer.

   No se transmite por contacto directo entre perros y humanos sino sólo por la picadura del mosquito. Se detectan de forma constante casos en toda España e incluso en países de climas más fríos como los casos autóctonos detectados en Francia, Italia o incluso Austria, donde el aumento de las temperaturas por el cambio climático está suavizando el clima y permite que se expandan los insectos.

RESISTENCIA A FÁRMACOS Y UN TRATAMIENTO LARGO

   "Es fácil su diagnóstico si los médicos están alerta y ante cualquier sospecha de afectación de bazo o hígado, y tras descartar un linfoma, se estudia la posibilidad de que se trate de una leishmaniasis, sobre todo en los sectores de la población donde es más prevalente", explica Osuna.

   Las pruebas que se realizan son una punción en el esternón para extraer una muestra de la médula y realizar un análisis para visualizar el parásito dentro de las células, análisis inmunológicos, a través de un cultivo específico o mediante PCR (reacción en cadena de la polimerasa). La biopsia y el PCR permiten tener los resultados en unas 42 a 72 horas frente al cultivo tradicional que conllevaría unos tiempos de espera de hasta dos semanas.

   En el caso de la leishmaniasis cutánea se frota la lesión o sus bordes y se espera a que salga linfa evitando la sangre que contaminaría la tinción de la muestra para descubrir los macrófagos parasitados. También son viables el cultivo o la prueba del PCR.

   El pronóstico para quienes padecen la enfermedad suele ser bueno, se trata con glucantime, anfotericina B, antifúngicos específicos por inyección más fármacos orales de nueva generación derivados de los alquil-lisofosfolípidos y la pentamidina, que debe ser administrada esta última en instalaciones hospitalarias y bajo supervisión médica.

   Sin embargo, existen muchos fármacos ante los que el parásito ha desarrollado resistencia por lo que es importante determinar la cepa de la que se trata.

   Los antibióticos son inefectivos salvo el antifúngico anfotericina B o el ketoconazol, que evita la síntesis de un componente de la membrana celular del parásito.

   No existen secuelas de la leishmaniasis y en el caso de las cutáneas la persona resulta inmunizada frente a otra infección del parásito. Aunque la recuperación es relativamente rápida, el tratamiento debe realizarse sin interrupciones y a la dosis recomendada.

UN DIFÍCIL CONTROL DE LA ENFERMEDAD

   La enfermedad se declaró por primera vez en España hace aproximadamente un siglo. Según señala el especialista, es difícil de controlar la picadura de los flebotomos ya que hay que evitar que entren en el domicilio, pican por la noche y son muy pequeños aunque las mosquiteras son de mucha utilidad.

No existen vacunas para humanos aunque se están probando en perros en países como Brasil pero se desconoce su eficacia real. Una falsa creencia es que las personas que tienen perros tienen un mayor riesgo de tener la enfermedad cuando el riesgo es el mismo ya que si se vive en un ambiente donde habita el insecto, su picadura puede afectar tanto a animales como a personas.