MADRID, 20 Abr. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos, han desentrañado el funcionamiento de un importante tipo de célula inmune cuya existencia era desconocida hace tan sólo unos años. Hallaron que este tipo de células mantiene un tope en la respuesta inmune, previmiendo la inflamación descontrolada.
Sin embargo, se convierte en rara y propensa al mal funcionamiento en el cuerpo humano incluso en personas saludables a medida que envejecen. Esto podría ayudar a explicar por qué nuestro sistema inmunológico es cada vez más caótico a medida que la edad avanza.
Los investigadores identificaron la causa principal del mal funcionamiento de estas células y las vincularon a un trastorno autoinflamatorio, la arteritis de células gigantes. Ellos sospechan que esta conexión se puede mantener también durante enfermedades mucho más comunes relacionadas con la edad. Los resultados, descritos en un artículo sobre su investigación que se publica este lunes en 'Journal of Clinical Investigation', sugieren posibles nuevos enfoques para restaurar la función de estas células.
Como brigadas de asalto del sistema inmunológico que se expanden y luchan cuando se enfrentan a un patógeno o un tumor incipiente, deben contraerse y volverse pacíficos luego, para que no se dañen los tejidos sanos, según la autora principal del estudio, Cornelia Weyand, profesora y presidenta de Inmunología y Reumatología.
"Afortunadamente, el sistema inmunológico ha incorporado frenos --añade Weyand--. Las llamamos células T reguladoras". Cuando un patógeno invade el cuerpo o surge una célula cancerosa o se administra una dosis de vacuna, el sistema inmunológico se activa, producendio anticuerpos que atacan las células infectadas y tumorales o sospechosas, y que secretando sustancias que estimulan la señalización copiosa de nuevas medidas en modo de ataque.
Si no fuera por las células T reguladoras, esta reacción en cadena podría ir sin control, provocando inflamación crónica, señala Weyand. Eso es lo que comienza a suceder en muchas personas a medida que envejecen, que su respuesta inmune tiende a volverse hiperactiva y descontrolada. "El envejecimiento del sistema inmunológico se vuelve menos centrado --menos capaz de defenderse contra el cáncer e infecciones o responder con firmeza a las vacunas-- y mucho más inflamatoria", afirma Weyand.
Desde hace tiempo se sabe que existen las T reguladoras, pero las únicas conocidas pertenecían a una categoría de células inmunes llamadas células T CD4, que se han ganado su apodo como "células T helper", al participar en la expansión de la respuesta inmune, en oposición a la contracción. Pero las células Tregs CD4 suprimen la activación y proliferación de células T auxiliares mediante la secreción de sustancias anti-inflamatorias, por ejemplo, o al absorber los factores de crecimiento.
En un trabajo publicado en 'Journal of Immunology' en 2012, Weyand y sus colegas identificaron un conjunto de células T reguladoras que provienen de una categoría diferente de células T llamada CD8. Las células T reguladoras CD8, las cuales, de forma análoga a las células T reguladoras CD4, representan sólo una pequeña fracción de todas las células CD8 (también llamadas "células T asesinas" porque atacan directamente a células infectadas y cancerosas) difieren en aspectos clave de sus homólogas de CD4, las células T helper.
Para empezar, los dos tipos de células se pueden distinguir por la presencia diferencial, en sus superficies, de las proteínas llamdas respectivamente CD8 y CD4. En el nuevo estudio, Weyand y sus colegas encontraron muchas más diferencias.
A diferencia de las células T reguladoras CD4, que circulan libremente por todo el torrente sanguíneo y los tejidos, las células T reguladoras CD8 preferentemente establecen su residencia en los ganglios linfáticos, el bazo y otras regiones, donde enormes ejércitos de reserva de células T auxiliares potencialmente bélicas, se preparan o proliferan para entrar en circulación en busca de tejidos cancerosos o infectados. Esta proximidad pone las células T reguladoras CD8 en condiciones de acabar con la activación de las células T helper desde el principio.
Otros experimentos demostraron que las células T reguladoras CD8 fabrican grandes cantidades de una enzima llamada NOX2, que empaquetan en pequeños paquetes unidos a la membrana y los transfieren al techo de las superficies de las células T auxiliares. Estos paquetes cargados con NOX2 son absorbidos por las células T auxiliares y dentro de su nuevo hogar, las enzimas producen grandes volúmenes de sustancias de señalización altamente reactivas que disminuyen activación y proliferación de las células T helper.
Con muestras de sangre de individuos sanos desde el Centro de Sangre de Stanford, los investigadores observaron que las células T reguladoras CD8 eran sólo la mitad de comunes en la sangre de las personas 60 años o más que en la sangre de los de 20 a 30 años de edad. Además, se vio un descenso de la producción NOX2 en las muestras de células T reguladoras CD8 de pacientes de más edad.
A continuación, los investigadores se centraron en un grupo de trastornos denominados colectivamente vasculitis, enfermedades auto-inflamatorias en las que las células T, en combinación con otras células inmunes llamadas macrófagos, se alían y atacan el tejido vascular. Una forma particularmente potente y mal entendida de la vasculitis es la arteritis de células gigantes (ACG), que afecta a los vasos sanguíneos grandes y en la que la inflamación es tan feroz que lleva a que los macrófagos se fusionen y formen las denominadas células gigantes.
El nuevo estudio demostró por qué: los frenos inmunológicos de los pacientes con ACG, sus células T reguladoras CD8, se dispararon, dejando las poblaciones de células T helper en los ganglios linfáticos relativamente descontroladas. Las comparaciones de su sangre con la de sujetos sanos emparejados por edad de control y pacientes con otras dos enfermedades autoinmunes --artritis psoriásica y vasculitis de vasos pequeños-- revelaron un déficit grave en los pacientes con ACG en células T reguladoras CD8 productoras de NOX2. No había dicho déficit entre los pacientes con los otros dos trastornos o en los sujetos de control sanos.