MADRID, 22 Ago. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Centro Médico de la Universidad de Columbia (Estados Unidos) ha descubierto, en un experimento realizado en ratones, unas moléculas en la lengua responsables del sentido del gusto, lo que aumenta el conocimiento científico sobre cómo la lengua mantiene este sentido a pesar de la rápida rotación de las papilas gustativas.
Las personas perciben el gusto a través de miles de pequeños órganos sensoriales llamados papilas gustativas, que se localizan sobre todo en la superficie superior de la lengua. Cada paladar contiene entre 50 y 100 papilas gustativas, las cuales, a su vez, contienen moléculas conocidas como receptores, que pueden detectar cada tipo de sabor. Estas células del gusto son las que transmiten la información de la lengua al cerebro.
Para identificar estas señales, los investigadores, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista 'Nature', compararon la expresión génica de las células receptoras del gusto, centrándose en los dos tipos más diferentes: amargo y dulce.
De esta forma, descubrieron que los dos tipos de células gustativas diferían de manera más sorprendente en la expresión de sus semaforinas, una familia de proteínas que ayudan a crear circuitos neuronales. Y es que, mientras que los receptores amargos expresaron grandes cantidades de la variante semaforina 3A, los receptores dulces expresaron grandes cantidades de semaforina 7A.
Para determinar si estas moléculas eran las que conectaban el gusto con las neuronas, los expertos modificaron genéticamente a dos tipos de ratones: uno en el que los receptores amargos expresaron la semaforina 7A, y un segundo en el que los receptores dulces expresaban la semaforina 3A.
Los investigadores plantearon la hipótesis de que los receptores amargos del primer modelo activarían las neuronas dulces mientras, que los receptores dulces en el segundo modelo se conectarían a las neuronas amargas. "Eso es exactamente lo que observamos. Lo que esto significa que las células receptoras del gusto están determinando su propia conectividad proporcionando señales instructivas a las neuronas", han argumentado los investigadores.
Adicionalmente, realizaron otro experimento para confirmar que los receptores habían sido reconectados en el cerebro mediante el cambio de las semaforinas. Los ratones cuyos receptores amargos fueron diseñados para expresar la semaforina dulce se presentaron tanto con agua pura como con agua de sabor amargo. Así, y a diferencia de los controles normales, los ratones no evitaron el agua amarga.